No se trató de un homicidio. De acuerdo a los antecedentes obtenidos en exclusiva y publicados en un reportaje de The Clinic aseguran que Alejandro Castro, el dirigente medioambiental de Quintero que fue hallado muerto el 4 de octubre de 2018, se suicidó.

Las sospechas de la participación de terceros surgieron desde un primer momento, especialmente luego de que se hiciera conocido en las manifestaciones de rechazo a la contaminación industrial que sufre la comunidad de Quintero y Puchuncaví, y de que algunos dirigentes aseguraran que el hombre de 30 años había recibido amenazas por su rol de dirigente gremial.

La familia confirmó que efectivamente hubo una frase intimidatoria que un policía lanzó en una marcha en contra de la Ley Longueira: “Alejandro Castro, ¡Te tenemos fichado!”, le dijo un carabinero no identificado, aunque hasta la fecha, no se ha establecido que exista una relación causal entre este episodio y su fallecimiento.

Sin embargo, la publicación de The Clinic señala que los informes con que cuenta la fiscal Greta Fuchslocher coinciden en que en la muerte de Alejando no hubo intervención de terceras personas, y que una de las conclusiones de la investigación judicial es que a partir de la muerte de su hija de cinco meses, Alejandro desarrolló una “patología no diagnosticada” que nunca trató médicamente, y que habría sido determinante en su decisión de quitarse la vida.

 Incluso, según contaron familiares y amigos, Alejandro había intentado suicidarse al menos dos veces antes.

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Oriundo de la región Metropolitana, el joven llegó a Quintero en 2010 donde se hizo pescador, y era conocido por sus convicciones políticas, su vocación por las luchas sociales y su interés por el arte y la literatura. Sin embargo, la ausencia de su padre, la distancia con su primer hijo Benjamín -a quien dejó de ver al terminar la relación con la madre, Mandy- y la muerte súbita de su hija Giuliana en julio de 2016 fueron algunas de las heridas que arrastró durante años.

Desde el último episodio, su familia relata que registró arranques de ira que descargaba contra objetos domésticos y manifestó síntomas de una depresión no tratada, que se agudizaron con el exceso de alcohol y el consumo de drogas se hicieron frecuentes desde entonces, según pudo acreditar la investigación.

“Debido a las presuntas amenazas que tenía por parte de Carabineros, fue elevado como un mártir, pero ello es una nebulosa, una ficción”, señaló una fuente cercana al proceso. También Hugo Poblete, dirigente de los pescadores y amigo de Alejandro, señaló que hubo quienes se “aprovecharon” al levantar la figura del joven como mártir de la causa medioambiental en Quintero.

“El año que vino después que murió la bebé fue muy difícil. Siempre me pareció que el Ale se sentía culpable por el fallecimiento de su hija”, relató Carolina Orellana, vocera de de Mujeres en Zona de Sacrificio y una de las amigas más cercanas del dirigente.

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Alejandro apareció muerto en una línea del metro tren de Valparaíso el pasado 4 de octubre, luego de participar en una protesta frente al Congreso “en contra de la contaminación de la industria, de nuestro pueblo, en nuestro territorio”, según relató el propio Castro en su último registro frente a una cámara.

La reconstitución judicial de los hechos señala que al terminar la marcha, Alejandro y un grupo de amigos se dirigieron al barrio Bellavista del puerto, donde pasaron por tres bares, al menos. Estaban frustrados ya que no habían logrado el objetivo de reunirse con congresistas fuera del edificio de avenida Argentina, y luego de beber “varios” litros de cerveza, Alejandro sostuvo una pelea con su pareja, Polet.

Cerca de las 10 de la noche, ella abordó una micro a Concón junto a un tercero, mientras que Alejandro caminó hasta la línea del metro tren porteño. El resultado del informe del Servicio Médico Legal (SML) es concluyente al señalar que Alejandro utilizó un nudo ballestrinque para fijar a un poste su mochila. Colgando a cinco centímetros del suelo, murió de una asfixia por estrangulamiento.

Hugo Poblete además cuenta que desde un comienzo un policía le aseguró que se trató de un suicidio debido a que el “surco” en el cuello de Castro concordaba perfectamente con la correa de la mochila Head negra y gris que, muchos años antes, la madre de su primer hijo le había regalado.

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