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El espectáculo grotesco de falla democrática esta semana en Perú debiera ser una alerta roja para Chile hoy respecto de cómo la fragmentación del sistema político puede llevar a la parálisis, la ingobernabilidad, la banalidad completa de la clase política, y finalmente a la posibilidad del colapso democrático.

Guardando las distancias, el sistema político chileno actual padece de la enfermedad de la fragmentación y de la creciente ingobernabilidad. No solo es por la cantidad de partidos políticos, más de 20 hoy en el congreso, que complejizan y dilatan cualquier negociación.

Además está la fragmentación interna de cada partido, en que cada cual quiere algo para sí. Lo dijo con todas sus letras el senador José Miguel Insulza, cuando anunció que renunciaba a ser coordinador de la bancada socialista si “cada uno quiere hacer lo que quiera”. No solo eso: hay incentivos a tratar de ser “llaneros solitarios”.

Desde el punto de vista mediático, por cierto: por vergonzoso que sea, los parlamentarios con pelotas de fútbol o guitarras logran que su “acción comunicacional” se viralice y luego los medios tradicionales los repliquen. Pero aún, al amenazar en la hora cero con desembarcarse de un acuerdo, negocian su voto en oro.

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La lógica de “gran Bazar” que se criticó tanto en la Convención Constitucional -cada cual pidiendo lo suyo sin mirar el todo-, se da a diario en el Congreso hoy. Y entonces, sobreviene la lógica del pirquinero, de la transacción de bazar como único lenguaje posible.

Ya lo hemos visto en la dificultad de sacar adelante, en este periodo, al fiscal nacional, la constitución de la mesa de la cámara, el mismo acuerdo constitucional tras tres meses. Las reformas tributarias y pensiones, acuerdo de seguridad, correrán igual suerte -velocidad mínima-, llevando a las personas al hartazgo con el Congreso y con la política.

Aumentar el umbral para ser partidos políticos al 5 o 7% de la votación es lo primero. Y lo segundo, y muy decisivo, es desincentivar el discolaje con la norma de que si se renuncia a la colectividad se pierde el escaño.

Como esta materia es muy difícil que la cambien los incumbentes actuales, que fueron electos con estos mecanismos y están navegando en estas aguas, es muy importante que se dé en el proceso constitucional. Entre otras muchas razones, por eso es tan importante que la mesa negociadora sí dé frutos esta semana y haya un acuerdo para una nueva Constitución.

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