Por Fernando Paulsen
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En lingüística y comunicación social, se denomina como “frame” a un marco conceptual, que —apenas se menciona— activa de inmediato una idea, un enfoque que orienta todo el resto de la conversación.

Por ejemplo, si tras firmar un contrato alguien te pregunta ¿y viste la letra chica?, uno de inmediato advierte que no se habla de tipografía, sino de cláusulas al margen que podrían perjudicarte. O cuando usamos metáforas para describir acciones cotidianas: como aquella que plantea que toda discusión es una guerra. Por lo tanto, buscas el flanco débil de tu interlocutor, que ya es tu contrincante. Y lo arrinconas con preguntas que dan en el blanco, atacando sus puntos débiles, y su posición pasa a ser indefendible, hasta que destruyes su argumento y te declaras vencedor.

El “frame” que plantea que una discusión es una guerra activa de inmediato esas posiciones.

Lo mismo cuando se tipifica un hecho. Lo acaba de hacer el exsenador Guido Girardi. Bastó mencionar la posible lista oficialista a la nueva convención como “La lista del Indulto” para que automáticamente se asociara una facultad presidencial cuestionada a una situación totalmente distinta —un proceso de selección de consejeros constitucionales— para debilitar la opción oficialista.

Las metáforas dan vida a imágenes y conceptos muy concretos. George Lakoff, el lingüista que acuñó el concepto, plantea que quien logra imponer sus “frames”, gana la discusión política, la votación ciudadana, y la cobertura periodística. Quizás, sabiendo o intuyendo eso, los partidarios del golpe de estado de 1973, nunca mencionaron el suceso como un golpe, sino como un pronunciamiento, lo era un “frame” que buscaba evocar cosas totalmente distintas.

Ojo con las metáforas en torno a la contingencia. Hoy están muy presentes. No son frases creativas. De lado y lado —independiente de su veracidad— se usan como municiones, en política, para introducir conceptos que permitan ganar la batalla de las ideas.

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