La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de de la obesidad como una epidemia a nivel global. Y Chile es punta de lanza en su avance.
Según el último reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 34,4% de los adultos es obeso. Dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el segundo país más afectado. El problema es que el panorama a futuro no parece mejor. Porque hoy conocimos los resultados del “Mapa Nutricional” elaborado por Junaeb y entre los menores hay datos muy preocupantes.
En prekinder el 23,7% de los niños es obeso; y el dato sube a un 27,7% en quinto básico. Y entre los hombres es aún peor, porque 1 de cada 3 presenta obesidad. Un drama para la salud pública, especialmente por lo que muestra esta radiografía: la mayor prevalencia de obesidad se detecta en la población más vulnerable del país. Hay más obesidad en sectores rurales que urbanos a nivel nacional. Y dentro de la Región Metropolitana, por ejemplo, la obesidad registrada en quinto básico en Cerro Navia triplica a la de los alumnos del mismo curso en Vitacura.
Desigualdad alimentaria que obliga a reforzar políticas públicas, sobre todo en educación: el mismo estudio muestra que el 78% de los padres subestima el sobrepeso de sus hijos.
Lo han dicho las autoridades de salud: la Ley de Etiquetado de Alimentos no es una varita mágica. Es un proceso de concientización de largo aliento, de entender los riesgos asociados a una mal nutrición. Evidencia que hasta ahora no ha sido suficiente para romper una tendencia que Chile arrastra desde hace más de dos décadas.
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