Por Mónica Rincón
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Del error involuntario al error contable. Un nuevo concepto que se instala desde la clase política. Esta vez fue el diputado Francisco Eguiguren, quien usó fondos de sus asignaciones parlamentarias para pagar deudas personales.

En vez de cancelar el arriendo del auto (sí, además de oficinas, secretarias, asesores, sedes, los chilenos les damos la posibilidad a los diputados de que arrienden vehículos)… Bueno, en vez de entregar la empresa que le arrendó el auto los $14,5 millones que el Congreso le había pasado, el dinero fue a otra cosa: ¿a cual? El diputado ha dicho: “Yo como padre, como cualquier chileno, tengo muchas deudas y la verdad es que miles de obligaciones y puede haber sido a cualquiera de ellas”. Y agrega lo de que fue un error contable.

Pero un parlamentario no es como cualquier chileno por el excelente sueldo que gana y porque de quien hace las leyes se espera que las respete y un estándar ético aún más alto que el de cualquier chileno. Además ¿como pudo ser un error si presentó facturas de la empresa arrendadora de autos y luego no las pagó?

Parece una vez más el intento de atenuar la falta usando un eufemismo para algo que claramente tiene otro nombre. Aclaremos: usar dineros fiscales para un fin distinto del que tienen por ley es un delito, no es un error. Recordatorio para otros de sus colegas y para ciertos empresarios: usar facturas falsas, evadir impuestos, son delito no errores. Ni involuntarios: delitos.

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Hoy el diputado Eguiguren explicó que ya liquidó su deuda y sostuvo que siempre ha actuado de buena fe y agregó: “Pido perdón a todas y todos los que se hayan visto dañados por estos hechos”. La verdad, los dañados son todos los chilenos porque los recursos que él destinó a fines personales son de todos los chilenos.

¿Debe o no ser castigado penalmente? Tarea de los tribunales y de la Fiscalía que ya lo está investigando. Pero ¿error contable? Difícil de creer.

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