Por Paz Arancibia

“Una Constitución en un país como Chile tiene que tener un compromiso y respeto irrestricto de los derechos humanos. Es la primera piedra. Todo tiene que fundarse en eso”. Así define su candidatura a constituyente Patricio Zapata (DC), el abogado constitucionalista de 55 años que busca un cupo por la lista del Apruebo en el codiciado distrito 10 (Santiago, Providencia, Ñuñoa, La Granja, Macul y San Joaquín), el que según él es “un mini Chile”.

El profesor de Derecho asegura que lleva por lo menos 12 años en una “cruzada” por lograr una nueva Carta Magna en el país. Ha escrito varios libros al respecto, entre ellos el ahora llamado La Casa de Todos y Todas, que es como espera que sea el nuevo texto. Su trabajo y experiencia lo llevó a ser elegido para encabezar el Consejo Ciudadano de Observadores (CCO) del inédito proceso constituyente convocado en 2016 por la entonces presidenta Michelle Bachelet. Aunque aquel proceso quedó congelado con el cambio de gobierno, el diálogo se abriría paso unos años después.

“La etapa que viene es muy decisiva. Esto no está asegurado. Solamente se puede celebrar en serio el día que se ratifique el proyecto de Constitución y todavía hay fuerzas que pueden estar interesadas en parar esto en la Convención”, advierte en conversación con CNN Chile, argumentando que hay una buena parte de la derecha que votó Rechazo y que aún así busca estar representada en el órgano.

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En ese sentido, como militante histórico de la Democracia Cristiana, apunta a la participación del partido en el proceso, enfatizando que se trata de una tienda capaz de conversar, sumar voluntades y coordinar. “Pese a todos sus problemas, la DC todavía puede prestar un servicio especial y propio suyo, de empujar los cambios sumando, no dividiendo, dialogando”, expresa, señalando que a diferencia del Partido Republicano, el Partido Comunista y el Frente Amplio, no está polarizado.

“Aquí no podemos darnos un gustito, esta tarea no puede fracasar. No es la oportunidad de imponer preferencias. La única forma de que funcione es buscar puntos medios, porque si no es así y cada uno se encierra en su proyecto, no va a haber acuerdo y la frustración y decepción de toda la gente va a ser monumental”, dice, advirtiendo que hay fuerzas que lo único que tienen son convicciones, cuando también debería haber responsabilidad.

“Mezcla rica”

Pero no sólo candidatos provenientes del espectro político pretenden llegar a la Convención, sino también figuras del ámbito social, artístico, científico y cultural. Zapata valora su inclusión y afirma que sería “muy positivo” lograr una “mezcla rica”. “Me parece excelente que tengamos mucha gente que venga de otras áreas, porque le van a dar al trabajo una riqueza que los abogados por sí solos no le podemos dar”, sostiene, aclarando que él ofrece su experiencia desde su vereda.

“Creo poder traer a la Constitución lo que ha sido nuestra historia constitucional y poner sobre la mesa experiencias de otros países. Espero poder aportar mi conocimiento a los problemas principales de la Constitución actual. Mi idea es poner a disposición de las conversaciones esa experiencia, esa calle constitucional”, manifiesta.

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Experiencia que aunque lo lleva a descartar asumir un cargo público, hace de la política un mundo conocido para él. Inscribió su militancia en la DC a los 21 años, mientras estudiaba Derecho en la Universidad Católica, donde se convirtió en el presidente de la Federación de Estudiantes (FEUC) en 1988, oportunidad en que le ganó a José Antonio Kast. “Lo que me motiva es lo mismo que me motivó ese año, sentir que teníamos una tarea que no era política, que era ciudadana: Derrotar a Pinochet. La tarea de hoy es distinta. No estamos en una dictadura, estamos en una democracia que tiene defectos y fallas y hay que volver a pelear por ella”, expone.

Dice que fue su vocación la que lo llevó a postular a la Convención y bajo esa premisa declara que una vez finalizada la tarea, volverá a realizar clases en la misma casa de estudios en donde se formó, “pero con la conciencia tranquila de que cuando había que estar, estuve”. “Yo soy profesor primero, segundo y tercero”, puntualiza.

Derechos y equilibrio

Una de las banderas de lucha del candidato que vive en La Reina es el respeto irrestricto de los derechos humanos, a los cuales considera la base de la nueva Constitución. Es que es un convencido de que los derechos consagrados se hagan cargo de las distintas necesidades de los chilenos y chilenas.

Por eso, se compromete a seguir defendiendo aquellos denominados clásicos, como el derecho de propiedad, pero también a luchar por darle reconocimiento a los derechos sociales, como educación, salud, seguridad social, vivienda y el consumo de agua potable. En resumen, “resolver el desequilibrio que hay hoy en la Constitución, que tiene derechos regalones”.

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Aunque se considera partidario de corregir el presidencialismo, su objetivo es tener un sistema político más “equilibrado”, reconociendo cuatro grandes aristas. Una de ellas es la centralización, que según él se debe resolver con más autonomía para las regiones y los municipios; otra es la diferenciación entre hombres y mujeres, apuntando a que hay que asegurar la paridad en la vida cotidiana y no sólo en la Convención; un tercer desequilibrio se produce entre quienes pertenecen a pueblos originarios y el resto de la población; y el cuarto se ejerce entre quienes tienen capital y los trabajadores. Por eso, de acuerdo a sus palabras, “tuvo tanto sentido el Apruebo, porque la gente ve estos desequilibrios”.

Ahora bien, Zapata indica que pretende consagrar los derechos de la mujer, pero se inclina por buscar soluciones al aborto, salidas que “respeten la dignidad y la libertad de decisión de la mujer, pero también la protección de la vida de quien está por nacer”. En ese sentido, sugiere que la interrupción del embarazo no signifique penas “desproporcionadas” para quienes se someten al procedimiento.

“En países como Alemania, la vía es el apoyo social y económico. Pero en Chile tenemos un problema gravísimo con la cantidad de padres biológicos que no asumen su responsabilidad. Son temas que finalmente los decide la ley, porque la Constitución sólo da una orientación”, aclara, advirtiendo que “si alguien cree que va a ir a la Convención a cambiar las leyes chilenas, esa es una misión imposible”.

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