Por Bruno Delgado

Rachel, Monica, Phoebe, Ross, Chandler y Joey siempre han estado con nosotros. O al menos es así para quienes crecimos mirándolos bebiendo café en el Central Perk del Nueva York de mediados de los ‘90.

Desde su debut en 1994 hasta que colgaron las llaves del icónico apartamento en Manhattan en 2004, Friends se convirtió en un emblema de las sitcom. Y con su llegada a Netflix, a 25 años de su estreno, nuevas generaciones han podido maratonearla y quienes ya la vimos, ahora podamos hacerlo con otros ojos.

Lee también: Lista definitiva: Las mejores 25 escenas de “Friends” de todos los tiempos

Si bien la ficción de David Crane y Marta Kauffman siempre llamó la atención por su cuidada historia -en una época en que las pretenciones televisivas eran muy distintas a las de hoy- hay varios aspectos que en esta época parecen anacrónicos. Una de ellas es hacer pasar como actos tiernos las crisis de masculinidad de Ross Geller.

La gran mayoría de los fans se emocionaron hasta las lágrimas por su happy ending. Sin embargo, ¿han pensado que su relación con Rachel Green comenzó como una obsesión?

Acto 1: Ego herido

Por fuera, Ross da la impresión de ser el maduro del grupo, dado que del grupo es el que tiene mejor piso financieramente hablando, parecía tener una relación estable y gozaba de prestigio en su trabajo. Pero como sabemos, esa imagen era una fachada que se va desmoronando.

Realmente, el paleontólogo está a milímetros de ser neurótico, incapaz de no tener la razón, es un declarado celópata y es profundamente inestable debido a su necesidad de no tener la atención de una mujer, lo que suele traducirse en relaciones para nada sanas y en las que ellas son presentadas como las complicadas.

¿Es esto un pecado imperdonable? Para nada, el problema es que Ross nunca entiende que él es el problema y a lo largo de la historia es tratado como el sensible y con simpatía cuando culpa a alguna mujer por no prestarle la atención que él desea o por ser incapaz de admitir que él tuvo la culpa de que la relación fallara. 

Acto 2: Amigo, supéralo

Ross es el tipo de hombre que idealiza a una mujer (¿cuántas señales no le dio Carol sobre su sexualidad?) y se deslumbra con una idea que él instala en las demás. En esa dinámica algo tóxica, Rachel es, por supuesto, el mejor ejemplo.

Desde la adolescencia, la vida de Ross ha estado moldeada por el hecho de que se enamoró de la chica más popular del colegio -sin conocerla- y ésta lo rechazó. Y ojo, porque ella estuvo lejos de ser cruel o humillante.

Lee también: 5 momentos animalistas de Phoebe Buffay, la primera vegetariana que conocimos

De cierta manera, el personaje interpretado por David Schwimmer nunca pudo superar ser el nerd del colegio. Si bien esto no tiene nada malo, sí es el motivo por el que constantemente se está intentando validar ante el resto, especialmente ante las mujeres.

Incluso Joey, el infantil y mujeriego Joey, le recomienda junto a Chandler que la supere. Claramente le entró por un oído y le salió por el otro.

Acto 3: Hombre en crisis

Aunque Ross y Rachel terminan felices, la serie presenta esta fijación como verdadero amor, cuando realmente refleja sus inseguridades por no sentirse aceptado y, finalmente, por no sentirse suficientemente hombre por no poder conquistar a la chica popular.

Una muestra de eso es cuando se da cuenta que su hijo Ben, criado por Carol y su pareja Susan, está jugando con muñecas y entra en crisis, lo que motiva una serie de eventos para intentar que juegue con soldados o otros juguetes asociados a la masculinidad tradicional. 

Sobre esto último, es cierto que Mónica explica que cuando Ross era niño, su padre Jack le hacía bullying por disfrazarse de mujer o incluso por jugar con dinosaurios porqueno era de hombre”. Mención aparte para el berrinche que arma cuando dejan a un niñero a cargo de Ben, ya que dice esa es una tarea de mujeres.

Acto 4: En el amor todo vale…

“Siempre has sido tú, Rachel”, es una frase que repite y define a Ross: el haber estado “enamorado” de quien por años no le devolvió los sentimientos. Amor no correspondido que se usa para librarlo de toda culpa en casi todas sus locuras egoístas sin pensar en el daño emocional que le hace al resto

Como se diría hoy, claramente no pasa la prueba de la responsabilidad sexo-afectiva mínima. Pero a la serie parece no importarle demasiado, ya que es el nerd y por haber sido nerd hace 15 años se le debe perdonar todo, ¿cierto? La respuesta actual sería que no.

Lee también: No estaban en un break: Ross Geller como referente de lo que es no tener responsabilidad afectiva

En la primera temporada, Ross nunca le confiesa lo que siente a Rachel y después comienza una relación con Julie, quien claramente tiene verdaderos sentimientos por él, pero nunca la toma en serio porque su mira siempre está puesta en su amiga.

Tras el EstábamosEnUnBrake-Gate, Rachel se abre a conocer otras personas. ¿Qué hace Ross? Inmediatamente inicia una relación con Emily, le pide matrimonio y cuando se van a casar, en un momento sumamente humillante, dice el nombre de Rachel en el altar.

Acto 5: ¿…incluso si engañamos?

En la quinta temporada, en medio de una borrachera, él con Rachel se casan en Las Vegas. Luego de que ella solicita anularlo, él la engaña y le dice que lo hará, pero jamás lo ejecuta

Durante todo ese capítulo, Ross sincera todo como una travesura y así también se nos presenta: como una diablura ¡y cómo no! Si al final ambos están enamorados. Y en el amor todo se vale, aunque sea pasando a llevar al resto.  

Ironía aparte, cuando Rachel demuestra, con justa razón, su enfado por el engaño y lo encara furiosa mientras da una clase, la escena es mostrada como si ella estuviera loca por exigirle que cumpla su parte del acuerdo.

Y ese es justamente el meollo de todos los problemas con Ross. Cuando realmente está dañando al resto, se justifica porque lo hace por amor y jamás pide disculpas. Cuando entra y sale de relaciones con personas a las que no trata bien, se le justifica porque está a la espera de su verdadero amor

Acto 6: Eran los ’90

Que Ross sea un personaje imperfecto sólo hace de Friends una mejor serie. Pero cuando se vuelve a visitar una historia tras una década, es como juntarse con un amigo que uno no ve hace mucho.

Pese a que sea la misma persona y se tengan las ganas de que todo fluya como antes en búsqueda de la nostalgia, el tiempo ha pasado y se hace difícil no verlo con otros ojos.

Lee también: De la pantalla a tu closet: Los outfits de “Friends” que se volvieron iconos de moda

El mayor de los hermanos Geller no es del todo una mala persona y tiene muchas actitudes que lo redimen, momentos en los que realmente es capaz de dejar de lado su necesidad de validarse, pero complica ver que gran parte de los momentos en que daña al resto son disfrazados como tiernas demostraciones de amor. Hoy podrían darse grandes momentos de deconstrucción con el mismo material, como en las comedias Love (2016), Please Like Me (2013) o Fleabag (2016). 

¿Podría Friends haber tratado esto mejor? Visto desde hoy, claramente sí. Pero sin duda se ajustaba a los estándares de la época, marcando a toda una generación que aprendió de las relaciones junto a Ross. 

Tags:

Deja tu comentario