Por Héctor Alfaro Farías
Foto: Simón Pais

Desde el 22 de septiembre y hasta el próximo 9 de octubre, se estará presentando en el Espacio Patricio Bunster del Matucana 100, la obra “Retrato de una mujer que un día miró a la luna y le pareció que era falsa“, obra a cargo de la compañía Teatro del Antagonista y protagonizada por Renata Casale y Pablo Schwartz.

La propuesta aborda una cruda y potente reflexión en torno a los límites de la verosimilitud dentro de relaciones interpersonales. Esto, a través de una puesta en escena que encara a la propia audiencia, quienes dispuestos en un palco móvil, descubren el trasfondo de la retorcida confabulación que un hombre crea para provocar quiebres existenciales en su víctima.

Al mismo tiempo, esta obra escrita por la dramaturga Carla Zúñiga, se desenvuelve como una revisión anacrónica sobre los abusos psicológicos, el gaslighting como forma de manipulación, la histeria como excusa a la anulación de la verdad contra las mujeres y las violencias generalizadas hacia dicho género a través de la historia.

Sobre estos análisis profundizó el director y también diseñador escenográfico de la obra, Manuel Morgado, quien explicó a CNN Chile que”acá se pone en cuestionamiento el tema de la verdad, llevado al extremo. Es decir, si bien, hay acciones condenables dentro de la obra (…) creo que el formato de poner en duda todo, también es una pregunta existencial. Todos nos hemos preguntado alguna vez si esta realidad es realmente cierta o pertenecemos a un constructo de falsedades y creo que esa es como una primera motivación”.

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“Luego eso se va tiñiendo de un trasfondo que es más poderoso, que tiene que ver con la no credibilidad de los relatos de muchas mujeres, que en el mundo privado tienen que soportar o sufrir ciertos tipos de violencia psicológica que muchas veces te hacen perder la noción de la realidad”, asevera el realizador, agregando que “‘Retrato’, es una obra que se transforma en universal porque hace una revisión histórica del lugar de la mujer en estos contextos represivos y abusivos, entonces trasciende a una necesidad local temática, porque lo aborda desde su perspectiva histórica”.

El director detalla que “las obras que hemos hecho con Carla, sobre todo a partir de su dramaturgia, de su mundo, simpre van un paso más adelante de cómo antropológicamente, culturalmente o sociológicamente estamos leyendo a nuestra sociedad”, explica, aludiendo a uno de los recursos narrativos que más destacan de la obra, como es “el juego de las épocas” que “no es solamente un recurso visual, sino que también pretende plantear la idea de que en los 50’s, en los 60’s, en el 2020 y en el 2038, no ha cambiado tanto la sociedad. Nosotros aparentemente hemos tenido muchos avances, pero hay ciertas cosas en las que la sociedad se mantiene siendo completamente patriarcal y retrógrada”.

Pero no solamente se trata de retratos históricos, ya que el trabajo de Morgado, Zúñiga y su equipo, también apuesta por aristas sensoriales. Esto, en relación a la inédita estructura móvil que literalmente conduce al público en tiempo real entre escena y escena:  “Me interesa mucho la multiplicidad y por eso pensaba que si el público tenía una visión más panorámica, podría de alguna manera provocar más a través del espacio, es una provocación también”.

“La dramturgia también está construida desde esta multiplicidad de espacios y de lugares, lo cual inmediatamente me hizo pensar en que nosotros (como espectadores) nos sintiéramos parte del tiempo que está detenido o que está yendo hacia atrás. Los hechos y las acciones de esta obra no ocurren solamente en un momento delimitado, sino que están ocurriendo y siguen ocurriendo en distintos lugares, a distintas horas, quizá en distintas dimensiones“, plantea.

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Los dispositivos como necesidades escénicas

La dirección de Morgado destaca, entre otras cosas, por darle un factor narrativo a todo el proceso de composición que existe detrás de un montaje teatral. Así lo ha demostrado en sus últimas producciones, como han sido “Rita” (con Coca Guazzini y Patricia Rivadeneira) y “Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual” (con Juan Pablo Fuentes, Julieth Micolt, Renata Casale y Tamara Ferreira), donde el arte escénico, se suma a las historias que buscan contarse.

Creo que el resultado visual de las obras esta estréchamente ligado a los contenidos. Si bien hay una primera vibración en relación a la imagen, que es lo primero que me pasa cuando leo un texto, es algo totalmente intuitivo. Creo que los dispositivos son necesidades escénicas y que en ese despliegue hay un relato, pero que está totalmente ligado a los aspectos que mencionaba antes, como el tiempo, no solo el tiempo de los actores, sino que también el tiempo de estos objetos que no son humanos. La escenografía no es la persona, pero sí tiene ritmo, tiene tiempo, tiene intención”, explica el realizador.

En esa línea, Manuel plantea que “más que fijarme en lo que es el objeto en sí, para mí es lo que provoca el objeto a un nivel más sugestivo, cuando provoca cosas. También me interesa darle autonomía a las cosas que no son necesariamente actores; a la música; a los elementos escenográficos, que en el fondo son entes actuantes, cosas que están performando”.

Nuevas formas del teatro

Manuel Morgado también se refirió a los aspectos que, desde su perspectiva, han comenzado a forjar nuevos rumbos dentro del teatro y la dramaturgia nacional, como lo es la importancia del trabajo colectivo e interdisciplinario, así como también la necesidad de un cruce intergeneracional entre las y los trabajadores de este arte escénico.

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“Claramente hay un cambio de paradigma en el sistema de producción, en el cómo se hace, me parece lo más relevante (…) Creo que las formas de hacer teatro han cambiado“, explica, destacando por ejemplo que “el trabajo que desarrollo con mi equipo es fundamental. Con Gonzalo Hurtado, que es el diseñador sonoro y que también es director, vamos trabajando de esta forma. Hacemos largas jornadas para seleccionar los sonidos de la obra y eso ya me da lugares para llegar a hablar con los actores. Son metodologías de acercamiento más intuitivas, para lograr una mejor cohesión”.

Esto último, plantea el también docente, respondería a que “siempre son distintos los aspectos que me llaman la atención. Uno finalmente termina fijando ciertas necesidades en la obra, como una necesidad más sugestiva, espiritual también. Hablo del mundo intangible, de lo que sugiere la obra en sí. A mi me encanta estudiar los temas de los textos, pero por otro lado me gusta contar de una manera más abstracta esa pulsión de la obra, esa vibración que es algo más imperceptible”.

Me gusta esa capacidad que tiene el teatro de convocar a personas diversas a trabajar. Como te decía antes, mi relación con el músico, el productor, con el dramaturgo, con el técnico, está muy conectada con lo que es la obra. De alguna manera, las labores que parecen no ser escénicas, finalemente son muy escénicas, terminan teniendo una repercusión en la escena”, asegura.

Por otro lado, el director abordó el rol de las actuales generaciones dentro del arte performativo, planteando que pese a que “no podría hablar tanto de las nuevas camadas”, si cree que hay “una relación generacional” ya que que “mi lugar como docente de actuación en distintas escuelas de teatro me ha llevado a reeflexionar con las y los estudiantes, y con eso vas actualizando el software automáticamente. Cuando estás en las salas de clases, ahí estan surgiendo las necesidades”.

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“Es súper importante tener una relación horizontal con estudiantes, con actores de gran trayectoria, porque se genera una retroalimentación super rica. Es un ejercicio de generosidad de todes. Yo me nutro de los estudiantes, las estudiantes, que son las que llevan la voz de la obra. Ahí es donde complementas las visiones, se vuelve todo mucho más horizontal y ameno como metodología creativa”, señala, en relación a la participación de estudiantes del Instituto Arcos y el Teatro Escuela.

Un lugar de contemplación

En su reflexión, el director aprovechó de plantear su postura en torno a las necesidades de la escena teatral nacional y los giros que podría dar con el paso de las nuevas generaciones, así como su rol dentro de la construcción cultural en tiempos algidez política, social y económica.

“Yo no sé si principalmente hay temas o un tema específico en el teatro, porque también el ejercicio de solamente hacer una pieza teatral ya es político en si mismo. Derepente mencionar asuntos en la sala de teatro no provoca tanto impacto. Si creo que hay que devolverle al teatro su lugar de contemplación, un lugar donde el espectador pueda conectar de una manera más irracional con lo que está experimentando. El teatro necesita mucho de experiencias que no sean leídas desde lo racional, porque hay que despertar la apreciación”, explica.

Desde esa perspectiva, Morgado cree que “estamos muy bombardeados de información y eso genera que todo tenga que ser leído de una manera muy binaria. El teatro ya está cambiando a leerse desde otras formas del lenguaje” y agrega que “lo que necesita el teatro chileno también es la lectura de un lenguaje mucho más abstracto, para que el espectador entienda el ejercicio teatral como un ejercicio subversivo y de contemplación”.

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Por lo mismo, el sugiere que “hay que ir un poco más allá, por eso hay que desafiarse a uno mismo, en el lenguaje, en la búsqueda de los lenguajes” y aclara que “lo digo desde un lugar muy personal, de lo que me gusta a mí. No me gusta ir a entender un tema. Me gusta más bien ir a sentir o contemplar, a quedarme con una canción o con una idea. Ahí me empiezan a pasar cosas con el teatro“.

Ficha técnica de  “Retrato de una mujer que un día miró a la luna y le pareció que era falsa”

  • Dramaturgia: Carla Zuñiga.
  • Intérpretes: Pablo Schwarz, Renata Casale, Nicolas Venegas, Camila González, Jose Hernández, Alejandro Yamil, Byron Ahumada, Sebastian Rubi, Claudio Gatica, Valentina Magnere, Javiera Muñoz, Catalina Garrido, Yosune González, Maca Tello, Belén Oyarzún, Bianca Silva, Danicza del Pozo, Camila Tellez, Margarita Lastra y Miranda.
  • Dirección: Manuel Morgado
  • Produce: Kristopher Gómez
  • Diseño sonoro: Gonzalo hurtado
  • Diseño de vestuario: Zorra Vargas
  • Iluminación: Daniela Valenzuela
  • Peluquería: Franklin Sepúlveda
  • Asist. Peluquería: Isabelle Lastra
  • Realización de vestuario: Javiera Labbe y Althia Cereceda
  • Realización escenografía: Amorescenico
  • Asistente de dirección : Cristóbal Manríquez
  • Prensa : Claudia Palominos
  • Tramoyas: Matias Trujill, Thomas Osorio, Rudy Zevallos
  • Agradecimientos: Escuela de Actuación Arcos y Teatro Escuela
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