Foto: agencia uno

(CNN Español) – Llega el 8 de marzo y una pregunta comienza a circular en redes sociales (y puede que incluso en reuniones familiares): “Si conmemoras el Día de la Mujer, ¿por qué no el del hombre?”. Le siguen eslóganes como “ni machista ni feminista” y no falta quien acuse a las mujeres de intolerantes porque “ya no se les puede decir ni un piropo en la calle”.

Estos postulados no sólo están equivocados sino que minimizan los problemas que enfrentan las mujeres por el solo hecho de serlo. “La respuesta es muy sencilla y está basada en la evidencia, en las estadísticas respecto a las brechas de género que hay en todos los países”, explica a CNN en Español Magdalena Furtado, representante de ONU Mujeres en Uruguay.

“No hay ningún país en el mundo que haya alcanzado la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres. El día que las brechas de género —la brecha en todos los indicadores de todos los ámbitos entre mujeres y hombres— se cierren y que desaparezca la violencia hacia las mujeres, ese día, por suerte y felizmente ya no habrá más necesidad de tener que recordar un 8 de marzo como el Día Internacional de las Mujeres”, explica.

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Algunas cifras al respecto sobre trabajo y participación política para refrescar la memoria: a nivel mundial la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 23%, según la ONU. Esto significa que, por cada dólar que gana un hombre, la mujer gana 77 centavos y la diferencia se agranda si tiene hijos.

¿Qué pasa con la participación política? América Latina, por mencionar un ejemplo, tiene menos del 30% de mujeres en cargos ministeriales.

Y un poco de historia: el Día Internacional de la Mujer tiene sus orígenes precisamente en las manifestaciones de principios del siglo XX en las que las mujeres reclamaban por igualdad, mejores condiciones laborales y el derecho al voto.

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Ni machismo ni feminismo

“Muchas veces se piensa que ‘feminista’ es lo opuesto a ‘machista’ y no. Son dos conceptos totalmente distintos porque el machismo lo que hace es promover la superioridad del hombre, la dominación del hombre frente a la mujer, y el feminismo lo que defiende es justamente la igualdad, la igualdad de derechos y oportunidades (entre hombres y mujeres)”, explicó Furtado.

Feminismo es el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre y el movimiento que lucha por la realización de este principio. Machismo, mientras tanto, se define como actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” y “forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón.

Por tanto es una falsa oposición.

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“No soy machista, ayudo en las tareas de la casa y cuido a los niños”

Esta afirmación está vinculada al lugar que le asigna la sociedad a las mujeres y hombres en lo que respecta al cuidado de los niños y de la casa. Furtado explica que, históricamente, a la mujer se le asigna el rol de cuidadora y al hombre de ayudador cuando en realidad esas tareas son “responsabilidad de los integrantes de un núcleo familiar o de la pareja” y el abordaje, que es el que promueve la ONU, debiera ser de “corresponsabilidad”.

Detrás de esta frase está, de hecho, la madre de las desigualdades.

“Si miramos las desigualdades estructurales que hay en la región, vemos que la base o la principal desigualdad a partir de la cual surgen todas las demás desigualdades es la desigualdad de la división sexual de trabajo o el distinto uso del tiempo. ¿Qué significa esto? Que el día tiene 24 horas y vemos que la mayoría del tiempo destinado de las mujeres es asignado a las tareas de cuidado, a las tareas domésticas, que son todas tareas no remuneradas”, indicó Furtado. Para los hombres, mientras tanto, ese porcentaje se invierte y de ahí surge lo de “ayudar”.

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De nuevo, una cifra vale más que mil palabras: las mujeres realizan al menos 2,5 veces más de trabajo no remunerado de cuidado y tareas del hogar que los hombres, según Naciones Unidas. En México, por ejemplo, las mujeres dedican en promedio 30 horas al trabajo doméstico. Los hombres, mientras tanto, dedican 10.

“A las mujeres ya no se les puede decir ni un piropo”

Intolerantes. Intransigentes. Extremistas. Fanáticas. Hay una larga serie de sinónimos que utilizan algunas personas para calificar a esas mujeres a las que, en sus palabras, “ya no se les puede decir ni un piropo”. Esa referencia al piropo, dice Furtado, “justamente es banalizar lo que le ocurre realmente a las mujeres en los espacios públicos”, donde están sometidas a “la amenaza del acoso sexual callejero y otras formas de violencia”.

“La mujer no le pide a nadie que emita opinión de nada ni que haga nada, (lo) que puede ir desde decir cosas que la mujer no está interesada en escuchar, groserías, hace referencia a su cuerpo, tocamientos, silbidos”, enfatiza Furtado.

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De nuevo, las cifras hablan por sí solas. Un estudio realizado por ONU Mujeres en el marco de un programa de ciudades seguras para mujeres y niñas reseña que, en lo que respecta al espacio público, el 96,3% de mujeres en Ciudad de México ha padecido violencia sexual al menos una vez a lo largo de su vida. En la ciudad de Guatemala, mientras tanto, de las mujeres que participaron en un estudio sobre el tema el 100% afirmó que había sufrido algún tipo de acoso. En Quito, por mencionar otro ejemplo, la cifra asciende al 91%.

Por tanto, no. No se trata de que a las mujeres ya no se les pueda decir ni un piropo: se trata de que, tanto en el ámbito público como el privado, las mujeres siguen siendo víctimas de acoso y de violencia en niveles que se consideran hasta una pandemia y que, año a año, se saldan con el feminicidio de miles de mujeres en la región.

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