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Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que cada año a nivel mundial se pierden 12 mil millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad.

En entrevista con Sana Mente, Elisa Ansoleaga, directora de Investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales (UDP), sostuvo que las cifras muestran que “los problemas de salud mental relacionados con el trabajo han ido en aumento“.

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La experta detalló que uno de cada tres problemas de salud relacionados con el trabajo son de salud mental. “Las condiciones laborales se han ido poniendo cada vez más difíciles. Es decir, se ha ido precarizando el empleo“, afirmó.

“Asistimos a procesos de harta incertidumbre, harta vulnerabilidad laboral y de procesos internos que, de alguna manera, hacen que el trabajo sea un determinante fundamental dentro de nuestra salud mental”, agregó.

Según la académica, hoy se pide “hacer más con menos. Menos tiempo, menos recursos, menos personas, o sea, trabajar bajo presión. Es un indicador que es común a todos los sectores económicos y a toda la jerarquía ocupacional, desde el gran gerente hasta la persona que está más abajo en la jerarquía ocupacional”.

Efectos de la pandemia y el rol de las jefaturas

La pandemia del COVID-19 impactó fuertemente las dinámicas laborales. “Hoy falta diferenciación entre los espacios de trabajo y de no trabajo, lo cual se agudizó con la pandemia. La idea del teletrabajo rompió definitivamente la frontera entre el trabajo y el no trabajo, frontera que ha costado muchísimo recuperar”, dijo Ansoleaga.

“Hay grupos y sectores ocupacionales donde trabajar desde la casa es fantástico. Existen personas que tienen espacio, una infraestructura para poder trabajar en el hogar, pero tiene que ver con tus condiciones de vida, si tienes o no unos niños chicos que cuidar y que están ahí al mismo tiempo que estás trabajando, si tienes o no apoyo doméstico”, añadió.

La experta resaltó el papel determinante de los jefes y jefas. “El rol de las jefaturas es fundamental en el bienestar o malestar, ya que la gente no renuncia a las empresas, renuncia a los malos jefes (…) Durante la pandemia, vimos que el resultado de salud mental en los equipos estaba estrechamente vinculado con el rol que jugaron las jefaturas”.

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“Es súper importante decir que un líder tóxico, destructivo, etc. no es un mal ser humano, es un ser humano que no tiene herramientas, pero además es alguien que está en un contexto de trabajo, que muchas veces puede estar empujando para que se ejecuten o ejerciten ciertos comportamientos o conductas que pueden ser nocivos para los otros”, señaló.

En cuanto a las mujeres jefas, sostuvo que, “muchas veces, para llegar a ocupar puestos de liderazgo o de alta autoridad, las mujeres han debido tomar rutas hiper masculinizadas, agarrarse a codazos y tener estilos de conducción y liderazgo súper masculinizadas. Las mujeres no son peores que los hombres”.

 

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