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Hugo Zepeda recibió su título de abogado junto con su hijo, 50 años después de haber egresado. Al igual que su padre, abuelo y bisabuelo -quien recibió el diploma nada menos que de las manos de Andrés Bello- siguió el camino del derecho.

Sin embargo, a Zepeda no se le puede describir sólo como abogado. Nació en una familia conservadora, con raíces en el Partido Liberal y, al igual que su padre, fue diputado en dos períodos consecutivos entre 1961 y 1969.

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Su vida política terminó en 1969 y dio un giro radical. Ingresó a la orden de los predicadores, estudió teología en la Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma, Italia, y se ordenó como sacerdote dominico en 1974.

Luego de una década de sacerdocio, su vida dio otro giro. Colgó la sotana, se casó con una antigua novia y se volcó a estudiar fenómenos paranormales, convirtiéndose en voz autorizada a la hora de hablar de espíritus, demonios y exorcismos.

En entrevista con CNN Chile, Hugo Zepeda Coll conversó sobre su vida como político, abogado y, posteriormente, sacerdote. Asimismo, abordó su interés por lo paranormal: “Hay manifestaciones, sobre todo de nuestro enemigo el maligno”, dijo.

Una persona, muchas vidas

Hugo Zepeda ha desempeñado los más variados roles a lo largo de su vida; político, sacerdote, abogado y padre, entre otros. Sin embargo, la pandemia le puso cierto freno, aunque confiesa que ha aprovechado el tiempo “en leer más”.

También he escrito algunas cosas que algún día van a ser publicadas. Me he preocupado mucho de la historia contemporánea, comenzando de los últimos 90 años hasta ahora (…). Es lo que yo he observado, el cómo ha sido Chile desde que tengo uso de la razón, más o menos de los 13 años”, detalla.

Antes de la pandemia, Hugo vio de cerca lo que ocurrió durante el llamado estallido social, debido a que reside cerca de Baquedano. Afirma que para él “fue una de las manifestaciones más importantes que ha tenido el país en su historia, aunque no la única, ya que ha habido muchas más”.

“Salí varias veces y observé con cierta prudencia hasta que de repente me reconocían”, relata el abogado, quien admite sentirse asombrado de que la gente aún lo reconozca: “Hace ya dos años y tanto que me retiré de la televisión, pero en la calle todavía me reconocen las personas, hasta con mascarilla”.

¿Cómo vio este periodo, lo ha visto como una revolución?
Yo lo he visto como una revolución en cierto aspecto (…), una revolución en el sentido de un deseo de satisfacción de necesidades, de muchas personas, necesidades que a veces son muy justas y otras veces no lo son y evidentemente lo relevante es cómo se encausan y conducen estas inquietudes.

¿Cómo ha visualizado el proceso? 
Ahí no estoy de acuerdo con la manera en que se está haciendo, ya que se han acentuado ciertos aspectos y olvidado otros. Para mí, una de las cosas más importantes es que los chilenos somos todos lo mismo y somos iguales. Yo no me considero superior a nadie, pero tampoco inferior a nadie.

En este punto, el abogado recalca que todos los ciudadanos y ciudadanas de Chile “tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones (…). No puede haber preeminencias al respecto y yo creo que desgraciadamente en lo que ahora se está discutiendo se establecen preeminencias”.

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¿Para usted cómo ha sido el recambio de la política?
El recambio es que aparentemente la gente manifiesta odio a la política (…). Se generaliza en contra de los políticos, sin hacer la distinción de que hay buenos y malos, a veces unos más que otros, pero que hay que hacer la distinción. Lo fundamental es que sin la política no puede haber gobierno.

—¿Qué le parece que ahora tengamos un presidente joven?
El que sea joven es muy respetable (…), pero el defecto del señor Boric es que no aparece ejerciendo la autoridad. Con su grupo de amigos (…) están como en igualdad de condiciones, ya que un ministro dice una cosa, el otro dice otra o un ministro luego es desautorizado por el subsecretario.

—Pero es parte del rodaje
El rodaje yo lo comprendo en los primeros 30 días, pero no puede mantenerse de forma permanente. O sea, ya tenemos que darnos cuenta de que esto tiene que ir terminando, debido a que hay cosas que deben darse, por ejemplo, la precisión en el lenguaje.

—¿Su pensamiento político se mantuvo hasta ahora o fue variando?
Se mantuvo, pero con algunas moderaciones. Ya no soy tan agudo como antes, hay muchas cosas que actualmente no haría y que, sin embargo, antes las hacía. Era medio pulsante, pero ahora soy más tolerante que antes y comprendo muchas cosas más ahora que cuando era joven.

Recobrar la fe perdida

En 1969, Hugo Zepeda dejó de lado su vida política para dedicarse a su lado más religioso. Durante varios años estuvo preparándose para ser sacerdote en Roma, Italia, y cuando regresó, en 1976, comenta que llegó a “un nuevo Chile, totalmente distinto al que había vivido”.

Relata que su padre “fue muy crítico del gobierno militar (…). Mi padre consideraba que no se iba a prolongar en el tiempo un gobierno que no fuese fruto de la elección popular y después formó parte de varios movimientos”. Por su parte, confiesa que él “no actuaba”: “En el gobierno militar me dedicaba a mis funciones solamente”. 

Después de la política, usted se dedicó a la parte espiritual y se fue a un convento, ¿cómo fue ese paso?
Fue recobrar parte de la fe que había perdido (…). Me gustó mucho la vida de Santa Catalina de Siena y de Santo Tomás de Aquino, por eso elegí la orden dominicana, y me fui a lo que yo creo que es la mayor escuela de perfección que es la vida religiosa y ahí entré al convento.

Pero fue super radical el cambio, ¿qué le dijo su familia?
Cuando chico tenía inclinaciones, pero después ya con el estudio de la universidad y todo me había apartado un poco de la religión, como todo joven, pero ahí volví de manera bastante radical y ahí entré al convento. Hice el noviciado aquí en Chile (…) y el año 1973 me trasladaron a Roma para terminar la teoría.

Y en las vueltas de la vida se reencontró con un amor.
No justifico el que se cuelgue la sotana, no me justifico a mí mismo. En ese sentido me juzgo bastante -y duramente- a mí mismo (…). Me fui decepcionando y me reencontré con mi antigua polola e inmediatamente estimé que no se podía llevar una doble vida y que había que decidir inmediatamente.

¿Cómo ve usted el alejamiento que tiene la gente de la religión en general?
Es muy doloroso. A mí me duelen dos cosas: que hablen mal de los políticos sin hacer distinciones, ya que me siento aludido como si fuera yo político, y además también del sacerdocio, donde la inmensa mayoría son buenos sacerdotes, aunque siempre hay ovejas descarriadas.

En esta línea, sostiene que hay “casos muy dolorosos que han sido catastróficos para la iglesia, sobre todo en Chile. Se han cometido delitos (…) y problemas que han dejado en muy mal pie a la iglesia porque se confunde a la doctrina con el sacerdocio clerical, en circunstancias que la iglesia no es el sacerdocio solamente”.

Zepeda cuenta que en algunos de estos “escándalos” han estado involucrados amigos suyos. Nunca me habría imaginado lo de Karadima (…), él era amigo mío, lo conocí desde antes de que fuera sacerdote, nunca creí, sobre todo un hombre que había conquistado a tantos jóvenes para que entraran al sacerdocio, incluso a cuatro obispos. Para mí fue un golpe muy fuerte”.

“Ahora, hay un problema sí en esto. Cuando alguien mayor hace una denuncia eclesiástica sobre abusos que experimentó cuando era adolescente, pero pide que no se diga nada a la justicia civil, el juez eclesiástico no puede echarlo al agua. Por ejemplo, el caso del padre Berríos (…). Es de una injusticia enorme la que han cometido con el pobre padre, que es un hombre digno”.

Siguiendo el camino de la paranormal

Tras renunciar al sacerdocio, Hugo se volcó a estudiar fenómenos paranormales, convirtiéndose en una voz autorizada en todo lo relacionado con espíritus, demonios y exorcismos. Gracias a ese rol es que se hizo conocido entre la población, especialmente debido a sus constantes apariciones en televisión.

“En general, deberían estudiarse los fenómenos paranormales porque son muy frecuentes y cuándo estamos en una situación paranormal, cuando la ciencia no logra dar una explicación cabal respecto de una situación, es ahí donde hay que preocuparse”, destaca.

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Señala que ciertos fenómenos muchas veces “son una manifestación de una situación de carácter psicológica (…), pero cuando la ciencia llega hasta ese punto no más y no puede dar una explicación posterior, entonces ahí hay que entrar a otros tipos de estudios y a otros tipos de acciones también”.

—¿Existen los espíritus o somos nosotros los que proyectamos nuestros miedos y creencias?
Existen las dos situaciones. Existe esta proyección de nuestros miedos o incluso problemas de carácter psicológico también y, por otro lado, hay realmente espíritus y manifestaciones, que es el asunto que interesa para nosotros. (…) Hay manifestaciones, sobre todo de nuestro enemigo el maligno.

—¿Usted cree en el diablo?
Por supuesto que sí. Desde el primer momento en que fuimos creados ya empezó a intrigar y el diablo es insidioso siempre.

¿Y qué busca el diablo hoy día?
El desorden. En el momento cuando todos nosotros creemos que somos árbitros de todo lo que ocurre es porque estamos precisamente provocando el gran desorden.

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