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Para Ernesto Ottone Fernández, la política ha sido el hilo conductor de su historia. Comenzó a los 17 años en el sector rebelde de la Democracia Cristiana (DC), pero a los 19 decidió hacerse comunista.

Dejó el derecho para estudiar sociología y anhelaba convertirse en profesor. Sin embargo, el partido tenía un plan distinto y a principios de 1973 partió a Hungría como vicepresidente de las Juventudes Democráticas y no volvió a Chile en 17 años.

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Tras el golpe militar, comenzó a organizar la resistencia política y la solidaridad con Chile en el exterior, llegando a ocupar el cargo más alto de las Juventudes Comunistas a nivel mundial y a ser parte del Comité Central del Partido.

Las respuestas dogmáticas ya no le bastaban, buscaba apertura en el Partido Comunista (PC) y luego en Camboya fue testigo directo de los crímenes de Stalin, por lo que decidió abandonar la colectividad y nunca más militó en ningún otro partido.

En entrevista con CNN Íntimo, Ernesto Ottone Fernández conversó sobre su decisión de abandonar el PC y el rol que tuvo durante el Gobierno de Ricardo Lagos. Asimismo, también reflexionó sobre el escenario político actual.

Dejando atrás

Ernesto afirma que en el actual PC reconoce “muy poco” de aquel en el que militó. “Era un partido esquizofrénico, en el sentido que tenía una doctrina revolucionaria que lo hizo apoyar a la Unión Soviética (…), pero, al mismo tiempo, tenía una práctica política reformadora que venía de una tradición antigua”.

Ese partido que conocí vivía mejor en la época de reformas (…) Tenía dos culturas que convivían y eso se perdió en el Golpe Militar cuando se decidió tomar la lucha armada”, agrega. El académico decidió dejar el PC cuando llegó a la conclusión de que “la democracia – y me refiero a la liberal- era un valor permanente”.

Para Ernesto, el momento en el que abandonó la colectividad fue “difícil y doloroso”. “Era dejar tu familia (…) Cuando se produce una ruptura de este tipo surgen acusaciones falsas y no hay una apertura para comprender que es un proceso honesto en el cual tú rompes con una serie de principios que consideras negativos”.

Durante su tiempo como presidente de la JJ. CC. a nivel mundial se codeó con grandes líderes y jerarcas. “Fue una gran escuela, primero porque me enseñó que todo es efímero y luego que no hay que tomarse en serio la pompa que acompaña esas responsabilidades que tú tienes en un momento”, reconoce.

Trabajaste mucho con Gladys Marín, ¿qué ves de ella en las actuales dirigentas comunistas?
Hay diferencias, una buena y una más o menos. La buena es ese empuje y (…) también esa cierta intuición política, sobre todo en el rol que está jugando Camila Vallejo en el Gobierno, ya que está bastante lejos de quienes cometen errores tan seguido en esta dialéctica del error-perdón.

“Es bueno pedir perdón, pero no tanto, mejor es no cometer los errores”, agrega Ottone, quien asegura que la actual ministra Secretaria General de Gobierno “es sin duda la que presenta mejor, la que argumenta mejor, tiene fuerza y, en ese sentido, hay una similitud con Gladys Marín”.

¿Y en estas mujeres comunistas ves una renovación del partido?
Conozco poco lo que pasa en el PC, pero la parte mala que veo es que se forman poco, tienen poca visión e idea de Chile y Gladys era más bien el empuje, (…) ella tenía una gran fuerza e intuición política, pero no era una mujer de ultraizquierda, ni de un izquierdismo como el PC de hoy.

Desde el segundo piso

Tras dejar el PC, Ernesto se reinventó como académico en organismos internacionales y volvió a Chile como funcionario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Años después, en 1997, Ricardo Lagos lo reclutó como parte del grupo que comenzó a diseñar su candidatura a la presidencia.

Respecto a esa experiencia, cuenta que había una “decisión íntima de Ricardo Lagos de competir por la presidencia de la República y nosotros éramos un grupo de personas que no estábamos en política activa, pero teníamos experiencia política de juventud (…) Todas las semanas nos reuníamos y eran reuniones muy informales”.

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Se conversaba de Chile, del futuro, de cómo se iba construyendo la idea de un Gobierno, cuáles serían los objetivos de un primer Gobierno que iba a tener un presidente de izquierda en una coalición de centroizquierda (…) Hacíamos una minuta, no era solo una conversación”, relata.

El ex asesor explica que el nombre de “segundo piso” fue puesto por los periodistas. “Fue una experiencia innovadora en el sentido de que antes era mucho menor el aporte de los asesores desde el punto de vista estratégico y de política pública (…) Les llamó la atención que hubiera ese perfil en el segundo piso”.

“Nosotros pensamos que el presidente, por ser el primer presidente de izquierda de una coalición de centroizquierda, iba a tener quizás algunas restricciones en el nombramiento de sus ministros y, por lo tanto, debía tener un equipo que lo ayudara y que fuera muy cercano a él”, agrega.

Debido a estas razones, el grupo de asesores tomó ese perfil, afirma Ottone. “Sin embargo, Lagos pudo nombrar a sus ministros con bastante libertad, pero quedó eso y se le atribuyó un poder con presencia fuerte, pero soft, ya que nosotros no nos metíamos en la marcha del Gobierno, nuestra tarea era trabajar con el presidente”.

Esta generación ha sido muy crítica del Gobierno de Ricardo Lagos.
Es muy injusta (la crítica). Nosotros terminamos con la pena de muerte y (…) con muchas cosas en el plano de las libertades. Creo que en algunas cosas nos equivocamos y puede haber sido demasiado lento, pero en lo grueso fue un gobierno muy progresista y el Chile cuando Lagos se fue era distinto al que había antes.

“Avanzamos mucho, también en lo social y lo económico. El Gobierno de Lagos avanzó mucho en el tema de la disminución de la pobreza y de la desigualdad y tuvo un fuerte crecimiento”, afirma.

—Ahora hay como una especie de reivindicación.
Políticamente, en la centroizquierda empieza a haber una caída de calidad muy fuerte y eso se nota cuando surge esta generación que nos critica (…) Eso lo que existe hoy en el gobierno, un grupo dirigente de izquierda radical que es el grupo que tiene el poder y un grupo de centroizquierda que tiene un poder subordinado.

¿Dónde va el presidente Gabriel Boric ahí?
El presidente Boric está en el grupo dirigente, esa es su gente, pero su discurso es más moderado, aunque lo veo bastante solitario en eso, no lo veo acompañado de un grupo dirigente que tenga las mismas posiciones, lo veo al lado de un grupo dirigente que es mucho más cerrado y tribal.

Nueva Constitución

Respecto al proceso constituyente, Ernesto afirma que “hay que tratar de salir con una ley de leyes donde no todos estén contentos, más bien que nadie esté contento, ya que todos tienen que ceder en algunos aspectos para que haya una Constitución donde quepamos todos”.

—Pero tenemos una propuesta constitucional ahora.
Creo que esta propuesta (…) responde a una Convención Constitucional que no tuvo este espíritu de la construcción de una ley de leyes compartidas, sino que un espíritu mucho más partisano de ‘yo gano, tú pierdes’. Por eso, esta propuesta actual no representa este objetivo que es importante.

No crees en el Apruebo para reformar.
Eso no da, ya que hay sectores muy comprometidos con este proyecto, y que no estarán dispuestos, si gana el Apruebo, a provocar las reformas que se necesitan. Es necesario hacer cambios importantes en el sistema político, en el equilibrio de los poderes del estado, en el tema de la exacerbación identitaria que existe respecto al tema plurinacional (…) Esos cambios se pueden hacer más con el triunfo del rechazo.

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La derecha dará los votos para continuar el proceso en caso de que triunfe el rechazo.
La derecha tiene que avanzar planteando cosas más fuertes en eso, ya la ciudadanía tiene derecho a dudar de ellos debido a que se opusieron siempre a hacer los cambios que se vienen proponiendo desde hace 30 años (…) Entonces, la derecha debe dar pruebas de que está dispuesta a eso y creo que tampoco tiene que haber una desconfianza de parte de la gente de centroizquierda.

¿Qué consejo le daría al presidente Boric?
Quisiera que el presidente no hubiera entrado tan fuerte en esta decisión, de tal manera de tener después del 4 de septiembre las manos libres para actuar, ya sea en uno u otro caso, con mayor libertad para establecer este objetivo, que es una Constitución moderna, distinta, ya que hay que olvidarse de la vieja Constitución, eso ya quedó atrás.

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