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Tras la asamblea extraordinaria que comenzó hace cuatro días de los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile en Punta de Tralca, en donde abordaron los abusos sexuales perpetrados por miembros de la iglesia, la institución hizo un meaculpa y comunicó sus decisiones. 

A través de la lectura de un comunicado, los religiosos pidieron perdón: “queremos reconocer humildemente que hemos fallado a nuestro deber de pastores al no escuchar, creer, atender o acompañar a las víctimas de graves pecados e injusticias cometidas por sacerdotes y religiosos”.

Y además, sostuvieron que “queremos expresar también nuestro arrepentimiento ante quienes han acompañado a las víctimas, a sus familias, a quienes han realizado responsablemente esfuerzos por buscar la verdad, la justicia, la reparación y la purificación, y a los cientos de consagrados y laicos que diariamente dan testimonio del amor, la misericordia y la redención de Cristo y que se ven afectados en su ministerio por causa de los errores, pecados y delitos cometidos.

Reconocieron que “no siempre” supieron acoger los planteamientos del Consejo Nacional de Prevención para abordar a tiempo los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia.

Conclusiones

El documento elaborado por la Conferencia Episcopal recoge tanto “decisiones” como “compromisos”.

En el primer apartado, los obispos llegaron a las siguientes definiciones:

  • Explicitarán en sus “líneas guía de ‘cuidado y esperanza’ la voluntad de colaborar con el Ministerio Público en la entrega de antecedentes por abusos.
  • Publicarán toda investigación previa sobre presunto abuso sexual a menores en sus jurisdicciones.
  • Nombraron a Ana María Celis Brunet como presidenta del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas.
  • Más atribuciones para el Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas: ahora podrá recibir denuncias.

Además, se comprometieron a:

  • Incrementar la disponibilidad para encuentros personales con víctimas de abusos.
  • Buscar criterios para la reparación a las víctimas.
  • Seguir promoviendo la formación en prevención de abusos.
  • Elaborar un protocolo de buen trato que y un código de comportamiento para los ministros.
  • Promover la participación de laicos y laicas
  • A hacer una “estructurales de nuestras diócesis que permitieron la ocurrencia y perpetuación del abuso en la iglesia para que estos hechos nunca más se vuelvan a repetir”.
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