Una investigación del portal académico The Conversation, que fue replicada por medios como The Washington Post  y The New York Times, acusó que cascos azules de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas (Minustah) en Haití abusaron sexualmente de mujeres y niñas a cambio de comida o dinero. 

En los antecedentes se menciona que en el mencionado país nacieron 256 niños de padres soldados provenientes de una lista de 13 países, donde la misión chilena estaría dentro de los acusados. Entre las madres hay niñas de 11 años.

El estudio fue elaborado por la profesora de historia de la Universidad de Birmingham, Sabina Lee, y por la científica clínico, Susan Bartels, de la Universidad de Queen, en Canadá, a partir del trabajo realizado por un equipo de investigación en el verano de 2017, que contó con la entrevista a cerca de 2.500 haitianos en torno a la experiencia de las comunidades que albergan operaciones de apoyo a la paz.

Algunas las historias fueron narradas en primera persona mientras que otras fueron relatadas por familiares, amigos, vecinos e incluso personal de la ONU que asistió el parto de los niños nacidos de las violaciones, a quienes se les conoce en Haití como “petits minustahs”, por el nombre de la misión pacificadora.

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Las narraciones revelan cómo las niñas de apenas 11 años fueron abusadas sexualmente e impregnadas por las fuerzas de paz y luego, como dijo un hombre, ‘quedaron en la miseria’ para criar a sus hijos solos, a menudo porque los padres son repatriados una vez que se conoce el embarazo”, dice el texto.

También se incluyen testimonios que dan cuenta de prácticas reiteradas de intercambio de comida o dinero por  parte de militares por sexo. “Un hombre casado de Cité Soleil describió un patrón común en el que las mujeres recibían pequeñas cantidades de dinero a cambio de sexo: Vienen, duermen con las mujeres, se llevan sus placeres, dejan a los niños en sus manos, les dan 500 gourdes”, relata.

Finalmente, la publicación incluye recomendaciones para terminar con las prácticas de abuso por parte de los militares como, en primer lugar, que la capacitación del personal de la ONU debe incluir un aspecto de conciencia cultural para mejorar la comprensión del impacto de los diferenciales de poder en las economías frágiles de mantenimiento de la paz.

En segundo lugar, señalan que la práctica de la ONU de repatriar a cualquier personal de la ONU implicado en explotación o abuso sexual debe detenerse ya que tiene una consecuencia doblemente negativa. Y tercero, se indica que el nombramiento reciente de un Defensor de los Derechos de las Víctimas para los afectados por abuso y explotación sexual debe ser seguido por una política que permita al defensor abordar algunas de las injusticias creadas por la explotación y el abuso a nivel estructural.

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