La crisis económica que ha generado el coronavirus ha terminado con el sustento de al menos 1.5 millones de personas. Detrás de ellas hay un grupo familiar que debe alimentarse y sobrevivir, tarea aún más compleja en medio de una cuarentena.
La crisis sanitaria del coronavirus, más la crisis económica que ha generado, ha golpeado duramente a los empleos de miles de familias chilenas. Más aún, cuando se trata de una familia numerosa.
Los Nahuelhual Vallejos son una familia de siete miembros, Jocelyn y Germán son la madre y el padre de dos jóvenes y tres niñas, quienes además tienen una perra llamada Dominga. No todos alcanzan en el sillón del living. La mesa del comedor es también salsa de estar, oficina y mesa de clases. Un dormitorio para el matrimonio, otro para los niños y un tercero para las niñas. Todo esto en una casa que arriendan en Independencia.
Esta realidad se extiende por varias comunas del país. Según el último Censo, el 7,3% de las familias chilenas viven hacinadas.
A la compleja forma en que esta familia debe enfrentar la pandemia, se les suma la crisis económica. Jocelyn trabajaba como copera en un restaurant, pero fue despedida. Mientras que Germán ejercía como garzón en otro local, el cual se acogió a la ley que suspende el pago de sueldos. Por ahora, ella se mantiene con su finiquito, él aún espera el primer pago de la nueva norma.
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De momento, sólo han recibido mercadería de parte de la Municipalidad de Independencia.
Por otro lado, en la comuna de Estación Central, viven los Díaz Tapia, un matrimonio con cinco hijos. Henry es ingeniero informático y continúa trabajando a distancia. Natalia perdió uno de sus empleos como encargada de operaciones de una cadena de restaurantes, por lo que sus ingresos cayeron a la mitad.
A la situación del país se suma una operación que deben realizar a su hijo mejor por una cardiopatía congénita, cuyas cuotas la clínica se negó a reprogramar.
Otra consecuencia de todo esto es que la persona que trabaja en su hogar ayudándoles con los niños tuvo que ser despedida, quedando también sin su fuente laboral.
Ya son cerca de 1.5 millones de personas las que no están recibiendo sus salarios, ya sea porque están oficialmente cesantes o se han acogido a la ley de protección del empleo. Son familias que ya vivían al límite, y que hoy sencillamente no tienen cómo pagar sus gastos básicos.
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Esto considerando que en el quintil más pobre del país el 48,23% de los ingresos son destinados al gasto de arriendo.
María José Vergara vive junto a su pareja y sus cinco hijos en Lo Barnechea. Trabaja como vendedora ambulante, por lo que forma parte de los 2.580.640 trabajadores informales que hay en Chile. “La gente humilde es la que le está dando la guerra a esta pandemia”, apuntó María José.
“Los que tienen la suerte de tener su profesión a veces pueden hacer teletrabajo, trabajando online. A veces es medio egoísta cuando escuchái en la tele ‘quédate en casa’. Sí, quédate en casa. Pero para quedarte en casa hay que quedarse con plata“, agregó.
Tras la publicación de este reportaje, María José informó que su pareja había sido despedida de su trabajo.
Pese a todo, en cada uno de estos hogares han logrado ver el lado más luminoso de esta convivencia forzada, que también permite compartir y aprender.
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