Por Recaredo Gálvez
Imagen de referencia / Agencia Uno

En el mes de mayo de 2023, recibieron su primera pensión de vejez autofinanciada más de 13.700 personas, de las cuales el 53,1% corresponde a mujeres. La mitad de este grupo alcanzó a financiar una pensión menor a $52.809. En el caso de los hombres, la mitad alcanzó a financiar menos de $166.473 como pensión.

Si observamos con detalle, podríamos mirar a los grupos de hombres y de mujeres que cotizaron entre 35 y 40 años, casi una carrera laboral completa, posiblemente con pocas lagunas. Para el caso de las mujeres, la mitad de quienes cotizaron ese tramo de años alcanzó a autofinanciar una pensión menor a $303.758, mientras que en el caso de los hombres la mitad autofinanció menos de $314.568. Como referencia, el ministro de hacienda en una presentación realizada en enero de este año señaló que la mitad de quienes cotizaron más de 30 años lograron autofinanciar una pensión igual o menor al 30% de su salario.

Estos bajos montos en algunos casos se complementan con el aporte de la Pensión Garantizada Universal (PGU), dejando de manifiesto que el sistema de cuentas individuales que administran las AFP es incapaz de financiar pensiones suficientes incluso con un buen desempeño de cotizaciones.

En las primeras décadas de funcionamiento del sistema de capitalización individual, las rentabilidades alcanzadas por las inversiones de los fondos de pensiones tuvieron un buen desempeño. Si se observa el comportamiento del valor cuota del Fondo C deflactado por UF (es decir, eliminando el efecto de la inflación), se aprecia que en promedio la rentabilidad estuvo sobre el 10% en los primeros 10 años. La historia ha sido muy distinta estas últimas décadas, con desempeños paupérrimos e incluso llegando a una media negativa en lo que va de los años 20’ de -2,57%. Esto, además, sin descontar las comisiones pagadas.

La idea de que de cada 10 pesos en la cuenta individual, 7 son aporte de la AFP y 3 de quien cotiza, está cada vez más lejos de ser cierta, sobre todo para aquellas personas que se han integrado al sistema este último par de décadas. Incluso para quienes cotizaron de manera constante con buenas rentabilidades, como fue indicado en los primeros párrafos, los montos medianos de pensión no alcanzan a superar el salario mínimo, llegando a un 71,5% de este valor bruto en el caso de la mediana autofinanciada para hombres que cotizaron entre 35 y 40 años.

Difícilmente las y los trabajadores actuales podrán superar siquiera los montos de las paupérrimas pensiones que hoy pagan las AFP, cotizando el mismo 10% de seguro que será imposible. La cuestión central, dentro de las cuentas individuales, pasa por experimentar nuevamente. Si la opción es echarle “más bencina” al Mercedes, es posible que no sirva para llegar muy lejos.

Pensar en resolver el problema de las bajas pensiones implica poner delante los principios de la seguridad social y construir alternativas capaces de ser sostenibles para cumplir con compromisos específicos, como pagar un beneficio definido. El beneficio definido es el tipo de pensión que reciben quienes forman parte de las Fuerzas Armadas y de Orden de nuestro país. Es decir, a un número definido de años cotizados, hay un monto definido de pensión en relación con los últimos sueldos. Esto permite saber con cuánto se va a pensionar una persona si cumple un compromiso de jubilación.

Hoy el sistema de AFP se ha consolidado bajo el resguardo de la propiedad individual de un ahorro que, aunque sea insuficiente e incapaz de pagar pensión, se expresa como algo que se materializó con los retiros. Cada quien financia una pensión según lo que su cuenta alcance. Si no alcanza se complementa con la pensión del Estado, pero al mismo tiempo hay una socialización de la inversión financiera, pues el ahorro obligatorio es utilizado para invertir en el mercado de capitales sin ninguna garantía de retornos.

El beneficio que genera el actual modelo de AFP al sistema financiero es enorme, por eso la gran resistencia a sustituirlo por uno de seguridad social. Al 30 de junio de 2023, 14 Bancos recibían inversiones por US$31.212 millones desde el fondo de pensiones que administran las AFP. Este monto es equivalente a un 9,3% del PIB. La mayor proporción de estos activos se invierte en instrumentos de deuda, correspondientes a bonos de diverso tipo. Esta es la forma en que el dinero debiese “crecer” para los y las ahorrantes. No obstante, como se señaló inicialmente, el dinero que administran las AFP no habitualmente crece y las pensiones que pagan no alcanzan a superar el sueldo mínimo para la mitad de quienes cotizaron casi toda una vida laboral. Además, los retornos dejan mucho que desear, pues entre enero y junio de 2023 todos los multifondos reportaron rentabilidades reales negativas (deflactadas por UF), es decir, pérdidas desde el Fondo A (-3,23%) al Fondo E (-1,63%). Dejando de manifiesto que en realidad los grandes grupos económicos profitan del dinero de las y los trabajadores.

El problema de las bajas o nulas pensiones es una lucha histórica para la clase trabajadora. Son décadas de aprendizajes respecto de cómo establecer los mejores beneficios y los más altos grados de seguridad social, sin existir un modelo de referencia perfecto, pues cada país articula componentes según diversos factores. El 2016, la OIT publicó un informe que daba cuenta de que más de la mitad de un grupo de 30 países que había privatizado total o parcialmente su sistema previsional, estaba reversando esas privatizaciones.

En Chile, se está a las puertas de una reforma que aparentemente nos dejará al final del día con más AFP y más cuentas individuales, si es que los planteamientos de la oposición logran convencer al ejecutivo. Justo lo contrario a lo que la coalición gobernante comprometió. Es en este contexto que la Coordinadora Nacional de trabajadores y trabajadoras No+AFP, invita a una movilización nacional familiar el domingo 23 de julio desde las 11 horas, por el resguardo del derecho a la seguridad social.

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