Por Izkia Siches
Agencia Uno

La salud mental ha sido un tema poco priorizado en las políticas públicas y la pandemia ha contribuido a demostrar las brechas existentes y la importancia de su adecuada resolución. En la actualidad existe un déficit importante en materias de salud mental: tanto en la cobertura para programas de promoción, de prevención y tratamiento como en programas dirigidos a población preescolar de control de consumo de sustancias y prevención del suicidio.

Estas brechas se han sumado al conjunto de problemáticas generadas por la pandemia (estrés, depresión, insomnio, ansiedad y NNA con poca estimulación e interacción social) que afectan al conjunto de la población que lucha por acomodarse a “vivir en modo pandemia”.

La salud mental se ve muy influenciada por los “determinantes sociales de la salud”, definidos por la OMS como “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen, incluido el conjunto más amplio de fuerzas y sistemas que influyen sobre las condiciones de la vida cotidiana”. Estos corresponden a la situación económica, vivienda, educación, salud, ambiente limpio y redes de apoyo, entre otros.

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Existe amplia evidencia que mejorar los factores anteriormente mencionados tiene un enorme impacto en la salud de las personas, al punto que puede resultar incluso más importante que mejorar el acceso a la atención. Invertir en promoción y prevención en salud mental trae beneficios a largo plazo que dejarán huella en las generaciones de nuestro país y permitirá que miles de chilenos tengan mejores herramientas para evitar y enfrentar la depresión, ansiedad y otros síntomas relacionados.

Como Colegio Médico socializamos en diciembre de 2020 un documento que resume la implicancia de la pandemia en la salud mental y establece, entre otras cosas, que el 67% de los médicos y médicas de la atención primaria debió reducir sus consultas de salud mental, debido a que asumieron otras funciones para cubrir las necesidades de la emergencia sanitaria. Frente a esta situación, y las ya existentes en nuestra red de salud, el Ministerio de Salud anunció un aumento de la asignación de recursos para salud mental, pasando de 2,22% a 2,4% del presupuesto total de salud, cifra que sigue estando lejos del 6% recomendado por OMS y del financiamiento necesario para cumplir con el plan nacional de salud mental.

Como Colegio Médico creemos que estos recursos deben ser utilizados de manera estratégica y eficiente, por lo que debieran focalizarse en el retorno seguro de nuestros Niños, Niñas y Adolescentes a las salas de clases, especialmente de aquellos más vulnerables quienes se han visto afectados con el prolongado confinamiento, y han estado expuestos a hacinamiento y presencia de violencia. Para muchos NNA, el ecosistema escolar les provee un ambiente seguro y nutritivo para alcanzar un mejor desarrollo, tanto en la adquisición de conocimientos, como competencias y habilidades que les serán útiles en su vida adulta. En su escuela encuentran alimentación segura en un espacio protegido, de estimulación, de interacción social, con una red de apoyo importante para sus vidas.

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Es por estas razones que debemos trabajar juntos como país, de forma colaborativa, para que nuestros NNA puedan tener un retorno seguro a clases, lo cual requiere, entre otras medidas:

  • Una articulación comunal con la red de SALUD APS.
  • Un protocolo de manejo de brotes en la comunidad escolar por parte del Minsal.
  • Un seguro escolar para enfermedad SARSCOV-2.

Ante la ausencia de la implementación de estas medidas, vemos con preocupación que el gobierno autorice la apertura de casinos, gimnasios, restaurantes, bares y cines, lo cual sabemos que incrementa el riesgo de contagio y, por lo mismo, amenaza la permanencia de apertura de los colegios.

Invitamos al gobierno a poner énfasis en la salud mental de la población, generando medidas que se alineen para la adecuada promoción y prevención de las enfermedades de salud mental, entregando el adecuado financiamiento para ejecutarlas.

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