Por Claudio Castro

Durante los últimos meses hemos conocido importantes anuncios del Gobierno orientados a reconocer las labores de cuidado y los derechos de hijas, hijos y cuidadoras en Chile. Medidas como el registro de deudores de pensión alimenticia y el complemento del registro social de hogares para identificar a personas cuidadoras representan pasos significativos para construir una sociedad que comprenda las labores de cuidado como una tarea colectiva donde el Estado cumple un rol esencial para su materialización.

Según la Encuesta de Bienestar Social del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, el 85% de las personas que destinan ocho o más horas diarias a labores domésticas y de cuidados no remunerados son mujeres. En octubre de 2019, Comunidad Mujer realizó el primer estudio que dimensiona el aporte del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado al PIB nacional. De acuerdo al estudio, las horas de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado equivaldrían al 53% del tiempo total dedicado a las actividades productivas que realiza la población dentro de un año, lo que equivaldría a un 22% del PIB ampliado, superando el aporte de cualquier rama de actividad de la economía del país.

Estas cifras son expresión de brechas de género generalizadas en nuestra sociedad, cuyas repercusiones son, entre otras, mayores tasas de desempleo femenino y el menoscabo del desarrollo personal y de la independencia económica de las mujeres, profundizando aún más su exposición a otro tipo de desigualdades y violencias de género.

Frente a esta realidad, desde la Municipalidad de Renca, nos encontramos levantando el que será nuestro “Sistema Comunal de Cuidados”, una bajada comunal del “Sistema Nacional de Cuidados” comprometido por el gobierno en su programa. Para esto, en colaboración con la Cepal, hemos impulsado un diagnóstico que busca cuantificar la oferta y demanda de cuidados a nivel comunal y recomendaciones para el diseño de este sistema.

En la actualidad, el 20,9% de la población de Renca son niñas y niños menores de 15 años, un 11%, son personas adultas mayores de 65 años, sumando más de 50 mil personas entre 0 y 14 años y 65 años y más y 5.600 son personas en situación de discapacidad.

Las tendencias demográficas nacionales y comunales permiten proyectar que la demanda de cuidados seguirá aumentando de manera significativa en los próximos años, presionando aún más los servicios destinados a labores de cuidado (guarderías, salas cunas y jardines y servicios de salud). Debido al acelerado envejecimiento de la población, las personas que potencialmente requerirán de cuidados al 2035 en nuestra comuna, ascendería a más de 56.000, lo que representa un 34,5% del total de la población comunal. Esto es cerca de un 10% superior al número de personas que necesitan apoyo en la actualidad, llegando a una tasa de dependencia de 52,6%.

La conclusión salta a la vista. A casi una década de esa realidad, la necesidad de anticiparse e impulsar un sistema de cuidados capaz de responder a esta creciente demanda se torna urgente. En Renca ya hemos impulsado importantes iniciativas que serán la base de nuestro sistema comunal de cuidados. Durante la pandemia, respondiendo a las medidas de aislamiento social, impulsamos el programa “Somos Renca”, a través del que 150 vecinos(as) hicieron labores de cuidado y compañía a las personas mayores que no podían salir de sus hogares.

En agosto del presente año, desde la Corporación Municipal de Renca dimos inicio al programa “Renca te Cuida”, destinado a dar atención de las y los pacientes postrados de la comuna, acompañando a más de 600 personas y a sus cuidadoras(es). Con esta iniciativa nos transformamos en uno de los primeros municipios en Chile en modernizar la canasta de atenciones médicas, psicológicas y seguimiento integral para personas con dependencia severa y de incorporar a las personas cuidadoras dentro de las prestaciones garantizadas.

Además, contamos con el Centro de atención Rehue, que acaba de cumplir 20 años de servicio, y que corresponde a un dispositivo parte de la red de rehabilitación comunal que entrega atenciones de rehabilitación física a usuarios con patologías musculoesqueléticas y neurológicas, integrada por kinesiólogo, fonoaudiólogo y terapeuta ocupacional, promoviendo su inserción social y laboral a la vez de acompañar a las familias de las y los usuarios.

Estas experiencias positivas en nuestra comuna son la base para el tránsito a una verdadera “comunidad de los cuidados”. Un Sistema Nacional de Cuidados requiere de servicios públicos destinados específicamente a estas funciones y que sean próximos a los hogares o lugares de trabajo de las personas que los necesitan. Para esto, la escala comunal pareciera ser la más indicada para diseñar el levantamiento de este sistema, donde la planificación urbana de la ciudad y los municipios juegan un rol fundamental.

En 2020, Bogotá, capital de Colombia, fue la primera ciudad de América Latina en contar con un sistema de cuidados para la ciudad. La medida involucra un modelo de planificación urbana diseñada para aliviar la sobrecarga de trabajos de cuidado en las mujeres. A través de las “Manzanas de Cuidado”, las mujeres de la ciudad acceden a servicios, atenciones psicosociales, talleres, centros de escucha y certificación en saberes del cuidado, conectadas a través de transporte público dispuesto específicamente para acercar a las personas a estos servicios.

Esta experiencia representa un ejemplo digno de mirar desde Renca y Chile en la medida en que, además de acompañar las funciones de cuidados desde el Estado a través de servicios públicos, incorpora en su diseño la planificación urbana para la implementación de esos servicios que, en el caso de las labores de cuidados, es crítica en la medida en se integra en el diseño, las formas de movilización y tiempos de desplazo, la cercanía de servicios de salud a los servicios de guardería, etc., todos estos elementos clave cuando se trata de conciliar las labores de cuidado con los trabajos de las cuidadoras.

La visión de un sistema de corresponsabilidad social de los cuidados y una ciudad pensada para facilitar esa labor de manera colectiva es el camino que vislumbramos para transitar de una sociedad que sobrecarga a las mujeres hacia una de corresponsabilidad de los cuidados.

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