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Cada vez se hace más imperiosa la necesidad de contar con recursos minerales que permitan suplir las necesidades del planeta. Sin embargo, eso implica también un aumento del uso de agua.

De acuerdo con cifras de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), la minería va a necesitar cerca de un  2% de agua más cada año de aquí al 2033, pero el objetivo es que esta sea proveniente del mar.

Ivo Radic, director de Aladyr, sostuvo que, en general, los nuevos proyectos mineros “solo pueden ser llevados a cabo con agua desalinizada o con agua de mar directamente si el proceso se diseña de esa manera. Por lo tanto, todos los requerimientos de agua a futuro, van a venir del mar“.

Las proyecciones de Cochilco señalan que el uso de agua de mar va a pasar del 25% que se usaba en 2022 al 71% a 2033, lo que implica que se utilizará un 167% más de este recurso en la próxima década. Por esta razón, es que la minería esté generando proyectos de plantas desaladoras de agua.

En esa línea, el tipo multipropósito también ha adquirido valor. “Permite producir agua potable, industrial o de riego a partir de agua de mar. Tiene una cantidad de clientes o usuarios finales suficientes como para que el tamaño de construcción sea económicamente más viable”, explicó Tomás Carvacho, gerente de negocios de Vigaflow.

Este es el tipo de planta que tiene el Grupo CAP en la región de Atacama. Ubicada a 25 kilómetros al norte de Caldera, la planta desalinizadora Aguas CAP se construyó en 2014 para satisfacer la necesidad de sus operaciones en Copiapó, pero, en la actualidad, el agua es usada para el riego y consumo humano.

Siempre será bueno tener infraestructura compartida para efectos de abastecer a más de un cliente, a más de un proyecto. Considerando el escenario de estrechez hídrica, las necesidades de inversión y todo lo que implica un proyecto de agua, que requiere concesión marítima y permisos, hay un valor de compartir infraestructura”, afirmó Patricia López, gerenta de infraestructura de CAP.

Los desafíos

El realizar plantas de agua tiene algunos desafíos, tales como el lograr los diferentes estándares de calidad, ya que no es lo mismo el agua industrial, que potable o de regadío. “Después de salir de la desalinización, vienen los procesos de reacondicionamiento. En el caso del agua potable hay que remineralizar, que es inyectar calcio o magnesio y clorar”, señaló Radic.

“Dentro de las dificultades que existen para llevar a cabo proyectos de desalación, sigue siendo el más importante una carencia de normativa o regulación que aclare las reglas del juego, tanto para proyectos grandes como medianos o pequeños”, agregó el especialista.

De concretarse todos los proyectos multipropósitos en carpeta, se proyecta que existiría una capacidad de 20 mil litros por segundo en los próximos seis a siete años y, aunque tiene también desafíos, los beneficios y el aporte a la comunidad serían importantes.

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