UN PASTOR CON OLOR A OVEJA…

Por CNN Chile

13.03.2014 / 16:23

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Columna de opinión de Matilde Burgos, conductora de CNN Chile.


El primer año de Papa que anda en bus, rehúsa privilegios y que está llevando la Iglesia a sus orígenes.

Por Matilde Burgos, conductora de CNN Chile.

Este 13 de marzo, el Papa Francisco, cumple un año a la cabeza de la Iglesia Católica y no habrá ceremonias de festejos en El Vaticano. Como buen jesuita, celebrará en el silencio de un retiro espiritual, a pocos kilómetros al sur de Roma, junto a un grupo de cardenales, a los cuales se unión como uno más.

Si antes de vestir sotana blanca, tomaba micro en Buenos Aires, seguramente no encontró una razón para no irse a este retiro en el mismo pulman que trasladó a los cardenales; o sentarse en un puesto distinto que no fuera en la mitad de las butacas, entre todos. Son pequeños signos de una revolución que comenzó hace un año, cuando al presentarse ante la Plaza de San Pedro pidió al pueblo la bendición antes de darla él como obispo de Roma, como le gusta llamarse.

Al iniciar su pontificado dijo que quería una Iglesia pobre para los pobres y les pidió a los obispos que tenían que ser “pastores con olor a oveja”. No era una metáfora. Él tiene olor a oveja. Para su cumpleaños invitó a personas que viven en la calle a desayunar con él, los zapatos que calza como Papa son los mismos con los que en sus años como cardenal, recorría las Villas Miseria en Buenos Aires, las zonas rojas de la capital, donde escasamente entra la policía, pero donde él iba con frecuencia. Allí se sentaba a compartir el mate, bautizaba, conversaba, presidía peregrinaciones de 8 horas, para no dejar ningún lugar de la villa sin recorrer, daba la comunión sin importar a quién, porque tal como lo aseguran los sacerdotes que lo acompañaban, para el Papa la comunión no es un premio, sino un alimento.

Y si en Buenos Aires nunca celebró la liturgia de lavado de pies en la catedral porque quería estar con sus “ovejas”, y así le lavó los pies a moribundo enfermos de sida, prostitutas, travestis, niños enfermos, mujeres drogadictas…en Roma descolocó cuando no quiso celebrar en la catedral de Roma la misma liturgia, sino ir a una cárcel de menores, para no perder el contacto con la gente, con la realidad.

Él ha suprimido para sí los privilegios, lo que ha obligado a los demás a imitarlo. Se acabó la era de las cruces pectorales de oro y volvió la moda de la plata en gloria y majestad…porque si el “jefe” no ostenta de nada, menos lo pueden hacer sus “subalternos”. Por eso, no a todos les gusta el nuevo estilo. Muchos, dentro de los muros vaticanos ya lo llaman despectivamente “el argentinito”, o lo tildan de populista o demasiado “simple” pastoralmente por hablar más de misericordia, que de pecados. Él lo sabe y poco le importa. Si decidió retomar un camino en el que el Papa no olvida que es sacerdote, un seguidor de Jesucristo, no va a retroceder. Y no se ha quedado en los gestos.

Para dar transparencia a la cuestionada Banca Vaticana ya creó una Secretaría de Economía, en materia de abusos sexuales, endureció las penas y no le tembló la mano al castigar públicamente al cardenal escocés Keith O ‘Brien, invitándolo a apartarse por sus conductas impropias. Y para llevar la Iglesia a la realidad de la gente a fines del año pasado mandó a todas las diócesis del mundo una encuesta para conocer la relación de las iglesias locales con las nuevas realidades familiares, con los homosexuales, con los divorciados, con las parejas de hecho. Seguramente no veremos la aceptación del matrimonio igualitario, ni a las mujeres convertidas en sacerdotes, pero tampoco a una iglesia obsesionada con algunos temas, sino con la voluntad de abrirse al mundo.

Ya cumplió un año, más que en el trono de Pedro, en las sandalias del pescador. Sin duda veremos más cambios, él sabe que mientras la Plaza de San Pedro esté llena, tiene el aval más fuerte para llevar a cabo sus reformas: tiene a sus ovejas.

Por Matilde Burgos, conductora de CNN Chile.