Por Mónica Rincón
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Todos coinciden en que hay que combatir al crimen organizado. Lógico, el mundo delictual es una pirámide: mientras más arriba más poder y recursos. Y por eso hay que seguir la ruta del dinero.

Para eso la Unidad de Análisis Financiero (UAF) es clave, aunque menos sexy y famosa que otras reparticiones públicas. Es la que alerta movimientos sospechosos de dinero que es la hebra de madejas delictuales. Debe prevenir e impedir el lavado de activos o el financiamiento de conductas terroristas.

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Cuando me enteré en la mañana el número de sus empleados quise saber más de sus funciones…. Me sorprendí.

Porque también crea normativa, impone sanciones, capacita, etcétera. 8.137 instituciones privadas y públicas desde bancos a municipalidades le informan. El 2021 tuvo 10 mil reportes de operaciones sospechosas, emitió 52 informes a la Fiscalía y revisó 2.739.042 Operaciones en Efectivo. Podría seguir mareándolos con cifras de la de carga de trabajo, pero para qué.

¿Y? La UAF sólo cuenta con 72 funcionarios, 5 apenas de planta. Cualquiera de las 4 grandes auditoras en Chile tiene por lo menos mil empleados. Ernest and Young tiene 1600.

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Si en una casa hay hormigas, las sacas. Pero si ves un elefante, corres. Bueno, estamos llenos de elefantes que buscan corromper instituciones y funcionarios y a quien tiene que avisarnos no se le dan los recursos necesarios. De hecho no he escuchado a ningún parlamentario en la discusión de un presupuesto alegar por más recursos para la UAF.

No puede ser que nuestra telaraña legal sólo atrape a insectos y se rompa dejando pasar impunes, cuando de gigantes se trata.

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