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En la encuesta Pulso Ciudadano, los partidos políticos y el Congreso recibieron el dudoso honor de ser las instituciones con mayor desconfianza entre los ciudadanos.

Un claro mensaje para quienes hoy están en la mesa de negociaciones de un nuevo proceso constituyente y se sienten seducidos por la miope idea de dejar todo el asunto en manos del Parlamento.

Es cierto que se trata de no repetir los errores del pasado, pero tampoco de cometer nuevos que nos lleven de cabeza a un proceso que cojee de legitimidad. Algo que debería preocupar y mucho a la derecha que carga con el yugo de una Constitución nacida en dictadura.

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Hoy, tiene una oportunidad de oro. Por eso cuesta entender que coqueteen con dejarlo todo en un Congreso despreciado por la ciudadanía.

Someterlo al estrés de un proceso complejo no sólo es un flaco favor al mismo proceso, sino también a una institución, que hoy está llamada a resolver tareas urgentes como mejorar el sistema provisional o nuestro sistema de salud.

Déjenlos que hagan su pega -y ojalá de paso- recobren la confianza, y no los condenen a cargar con un proceso constituyente que amerita ritmos, reglas y miradas muy distintas a las de un espacio legislativo. No se equivoquen, un país los está mirando.

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