Por Paula Escobar
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Este lunes 17 de julio vence a las 00:00 horas el envío de enmiendas al anteproyecto constitucional.

Lo que ha trascendido y, de hecho ha sostenido el consejero republicano y jefe de bancada, Luis Alejandro Silva, es que su intención es pasarle la aplanadora. Aunque él dice lo contrario, no hablemos con eufemismos, es pasarle aplanadora.

Está cayendo en lo mismo que le criticó a la Convención: escuchar solo a los propios, pensar en fortalecer la identidad partidaria, dejar de lado la idea de que sea una Constitución habilitante y mínima, con la cual la mayoría más amplia posible nos podamos sentir, si no dichosos, al menos cómodos.

Se están sacando sus máscaras y quieren cambiar desde el quorum hasta proponer redistritaje y disminución de congresistas, pasando por anular la paridad, quitarle su carácter supranacional a los tratados internacionales, por ejemplo de DD.HH., y consagrar constitucionalmente las AFP y las Isapres, además de poner en entredicho el aborto en tres causales.

Si alguien tenía la duda de que usarían su mayoría para aplacar a quienes quedaron en minoría, ya no la hay. La única duda que queda es si en Chile Vamos primará el sentido de responsabilidad o el de asimilación con Republicanos.

Si es lo primero, deben explicar y persuadir a los Republicanos de las bondades del anteproyecto que elaboraron sus expertos y expertas, y votar en consecuencia a esa defensa del trabajo de los suyos.

Si prima lo segundo, bueno, estarán cavando la tumba de este proceso, que ya está muy cuesta arriba en su aprobación, pero que sin el oficialismo se verá seriamente afectada su posibilidad de ser aprobado. Y que aunque lo fuera, no daría la estabilidad y certeza que se pide a esta nueva carta magna. Una mayoría circunstancial habrá impuesto a la minoría circunstancial una ley de leyes. Lo mismo que ellos denunciaron la otra vez.

Veremos qué prima en Chile Vamos.

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