Por Paula Escobar
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Chile decidió no ir a la Luna.

En concreto, la ministra de Ciencia, Aisén Etcheverry, informó que nuestro país desistió de la invitación de Israel a ser parte de un proyecto aeroespacial conjunto: el envío a la Luna de una nave nodriza con dos módulos para alunizar en el lado oscuro de la Luna.

Según el embajador de Israel en Chile, la invitación consistía en que nuestro país mandara cinco ingenieros chilenos que sean parte del grupo de 35 profesionales que trabajan en el proyecto en Israel. Los cinco chilenos iban a ir por dos años, además de un científico chileno que se sumaría al proyecto y la bandera de Chile en uno de los módulos lunares, aseguró.

Los aprendizajes e innovaciones desarrollados durante el proyecto serían compartidos con Chile de igual a igual.

El Gobierno dio razones presupuestarias para no participar en la iniciativa, pese a que el gasto para Chile era de aproximadamente US $7,5 millones. Además, dijo que “la exploración espacial ultraterrestre no se encuentra dentro de los planes gubernamentales”.

Esto es, equivalente a ciencia, como no ir a la feria de Frankfurt. Es restarse de tener un espacio en el mundo de la tecnología, la innovación, la ciencia y es restarse de poder tener sueños comunes, proyectos que nos unan, que nos enorgullezcan, y que nos saquen del pantano del debate tóxico y cortoplacista.

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