Por Mónica Rincón
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Parece un exceso. Cerca de 450 millones de pesos en una ceremonia de cambio de mando para la Fuerza Aérea, resulta un monto a lo menos abultado. Es cierto que la mayor cantidad del gasto se concentra en los vuelos de aviones.

La Fach se defendió explicando que esas horas de pilotaje eran parte del entrenamiento habitual de los pilotos. Pero a lo menos cabe preguntarse si es en un desfile aéreo como mejor se utilizan dichas horas o en otros ejercicios.

No por nada el presidente Sebastián Piñera, sin revelar el monto, había criticado el costo de la ceremonia. Tras hacerlo y tras pedirle a Carabineros que dijera la verdad, recibió críticas de sus propios aliados, como Mario Desbordes, quien sostuvo que no era bueno “darle en el suelo” a las Fuerzas armadas y Carabineros.

Pero resulta que el presidente es el superior jerárquico de uniformados y policías y, por tanto, tiene que ejercer un liderazgo. No es él el que las desprestigia sino los integrantes que actúan mal o que no saben medir gastos. Si es por táctica política como sugiere Desbordes o porque el mandatario considera que es necesario hacer un gesto público que raye la cancha, es algo que sólo él puede explicar.

El diputado considera que sólo deben hacerse las críticas puertas adentro, pero resulta que todos los escándalos ya están en el conocimiento público. Las Fuerzas Armadas y de Orden son asunto de todos los chilenos y sí, sus aciertos y errores son tema de debate nacional.

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Nunca es responsabilidad de toda una institución el actuar errado o delictual de parte de sus integrantes. Pero cuando los errores aislados se repiten, cuando las versiones iniciales no son confiables, entonces quiere decir que estructuralmente algo anda mal. Y que es hora de decir: basta.

No es la opacidad la mejor forma de detectar y aislar a los responsables y es la transparencia la mayor garantía para los inocentes. Para, por ejemplo, esos carabineros de Chañaral que rechazaron una coima de 100 millones de pesos, prestigiándose y prestigiando a la institución.

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