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Divide para gobernar o para ganar, es un lema que suele repetirse en política. Pero hay veces en que no necesitas hacer nada para que eso ocurra y te beneficie.

Es el caso de Emmanuel Macron, quien ve cómo se fracciona la izquierda, desde la moderada, hasta la extrema de Mélenchon -candidato que aún sigue creciendo-. Y la extrema derecha, con Le Pen, que sigue fuerte, aunque no brille tanto como se preveía en un comienzo.

El actual presidente de Francia aspira a ser el primer mandatario de ese país que es reelecto en 20 años. Quien prometiera hacer una política distinta, deberá enfrentar una vez más a Marine Le Pen, frente a la cual -según las encuestas- ha perdido algo de terreno, aunque mantendría en primera vuelta -según algunos sondeos- entre 7 a 11 puntos de distancia.

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La guerra en Ucrania ha venido a reforzar el papel de estadista de Macron y aumentar su adhesión, pero también le ha hecho ganarse críticas de que rehúye los debates y que está desconectado del ciudadano francés, ciudadano molesto con el encarecimiento de la vida y que sabe que la guerra traerá costos importantes para la economía europea, por ejemplo, en la energía.

Tan posible como que la abstención bordee el 30% y que Le Pen y Macron pasen a asegunda vuelta, es que la diferencia entre ambos sea menor a la que enfrentaron en 2017, y por tanto, la confianza es hoy el mayor enemigo y la desmovilización, la principal amenaza del actual presidente.

¿Cuáles son los desafíos de un próximo mandato y cómo se rearman la izquierda y la derecha no extremas? ¿Se rearman?

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