Por Mónica Rincón
{"multiple":false,"video":{"key":"bH11Cn","duration":"00:01:51","type":"video","download":""}}

Los hechos: un cortejo propio del estilo narco viaja de Santiago a Chillán porque una jueza autorizó que el ataúd entrara a la cárcel para que la madre del fallecido pudiera despedirse.

La explicación de la magistrada Claudia Madsen es que la madre estaba en prisión preventiva imputada, pero no condenada.
A todo esto, ¿de qué se acusa a la madre de esta persona fallecida? De ser parte de un clan que traficaba drogas.

De vuelta a Santiago, el funeral terminó con los habituales disparos al aire y desórdenes.

Incluso si la mujer que tuvo el excepcional privilegio de despedir dentro de la cárcel a su hijo fuera inocente, la señal es grosera. Cuando sabemos del poder de los narcos dentro de las cárceles y en las calles de nuestro país. Cuando vecinos de poblaciones enteras viven aterrorizados, cuando con total impunidad y ante la inacción de Carabineros disparan al aire en velorios y entierros, se produce este hecho que indigna,

Si la jueza quería tener un gesto de humanidad, mejor le hubiera dado permiso para asistir al funeral. Porque, ¿no dicen que los jueces hablan por sus decisiones? Bueno, lo que dijo esta magistrada al autorizar lo sucedido es que un miembro de esa familia tiene privilegios que otros no.

Así se siembran dudas que fortalecen el poder de quienes delinquen y tienen poder y dinero, y no el poder de la justicia. Una justicia que parece que a veces se levanta esa venda que siempre debiera cubrir sus ojos para siempre ser imparcial.

Lee también: Gonzalo Fuenzalida (RN): “Ningún carabinero está dispuesto a entrar a un lugar tomado por los narcos a pasar una multa”

Tags:

Deja tu comentario