Por Mónica Rincón
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Hablar sobre los nuevos antecedentes del caso judicial de Lula es complejo. Hasta antes de la reciente denuncia periodística lo que había era una empresa que pagó sobornos a muchos políticos en varios países y dos sentencias sobre el ex presidente.

Sus defensores tenían dos argumentos. Uno: destacar al luchador social de grandes conquistas, lo cual es cierto, pero no le podía dar inmunidad. El segundo: decir que todo se trataba de una conspiración, aunque hasta que se conocieron las denuncias periodísticas, faltaban pruebas para darlo por sentado.

Hoy no es llegar y sumarse a los defensores o bien negarse a todo nuevo dato y mantener que el ex mandatario ya fue condenado. Es mucho más complejo.

Dado que la veracidad de los mensajes de celular entre el entonces juez Sergio Moro y los fiscales no está en duda, sí es evidente que el asunto es gravísimo; aunque el actual ministro de Justicia reaccione diciendo que no ve nada “de más” en los mensajes.

Hay mucho de más, porque muestran que Moro intervino en el caso y esa intervención está prohibida en la legislación brasileña. Porque le resta objetividad a los magistrados que deben calibrar los antecedentes de los fiscales.

Si es cierto que Aldo Moro tenía dudas de las pruebas, la cosa es aún peor. Porque incluso si hay una convicción personal, ella no basta y no valida usar cualquier método. La condena debe hacerse más allá de toda duda razonable y de acuerdo a los estándares de prueba exigidos.

¿Confirma la denuncia que Lula es inocente? No necesariamente. Pero sí confirma que no sólo había un interés de sacarlo de carrera, sino que se cometieron ilegalidades para lograrlo.

Cuando no se respeta el Estado de derecho, cuando tu sola convicción o interés guía tus decisiones, se aumentan las posibilidades de tener a un inocente por culpable o a un culpable por inocente. O de tener a un culpable condenado o a un inocente absuelto, pero no de la manera correcta.

Porque lo que debe tenerse claro es que, incluso si crees de verdad que alguien es corrupto, no puedes condenarlo corrompiéndote a ti y al proceso judicial.

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