Por Mónica Rincón
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Hoy hubo dos noticias que tienen que ver con posibles faltas a la
probidad y que son relevantes.

Ambos casos están siendo investigados y como hemos señalado muchas veces todos los indagados tienen derecho a la presunción de inocencia. Dicho esto, resulta evidente que estos posibles delitos tienen que
ser investigados a fondo y con premura.

Por un lado, el Consejo de Defensa del Estado (CDE) anunció que se querellará contra 15 personas, entre ellas los ex generales directores de Carabineros Eduardo Gordon, Gustavo González Jure y Bruno Villalobos, y contra la ex ministra de Justicia, Javiera Blanco, por malversación de caudales públicos.

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En este último caso se le acusa de haber recibido de manera ilegal gastos reservados desde 2006 a 2010 por $47 millones mientras era subsecretaria de Carabineros, algo que ella ha vuelto a negar apenas conocida la acción del CDE contra quien fue consejera de este organismo.

Por otra parte, hoy La Tercera reveló que el ministro Lucas Palacios
contradijo el alegato de inocencia del ex diputado Gustavo Hasbún, quien niega haber pedido dinero a un empresario de La Araucanía para hacer gestiones ante el entonces subsecretario del MOP. Palacios declaró en Fiscalía que sí Hasbún realizó dichas gestiones a través y que constarían en mensajes de WhatsApp.

Son casos de la máxima relevancia porque se indagan eventuales faltas
a la probidad e implican a funcionarios públicos. Hechos que merman la confianza, la fe pública en las instituciones -de ser efectivos- y en quienes son parte de ellas.

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Saber quiénes son y castigar a los verdaderos responsables en casos de corrupción es una exigencia básica en una democracia para que los ciudadanos no sigan sintiendo que hay dos tipos de Justicia: una laxa para los delitos de cuello y corbata, y otra que cae con todo su peso sobre los ciudadanos comunes.

Chile tiene deudas pendientes en este ámbito: es momento de acelerar
la agenda anticorrupción dándole prioridad a estos proyectos y llevar hasta el final los casos respectivos, haciendo verdad lo que hasta ahora ha sido en momentos claves, demasiadas veces, sólo una frase repetida: “caiga quien caiga”.

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