Por Mónica Rincón
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Escándalo y molestia ha generado esta situación:

En el Estadio Tierra de Campeones en Iquique hay boleterías tan bajas, que los hinchas tienen que arrodillarse para comprar sus entradas. A tanto llegó la justificada molestia, que Contraloría decidió intervenir e investigar esta situación y si se incumplieron o no las exigencias de construcción.

Hasta ahí todo bien.

No está en mi ánimo cuestionar la labor de Contralorito, que está cumpliendo su rol. Pero quiero invitarlos a hacer un ejercicio mínimo de empatía hacia las personas en situación de discapacidad.

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¿Se escandalizan ustedes, hacemos titulares en los medios, se activan las instituciones con una realidad cotidianamente discriminatoria hacia las personas con alguna discapacidad? No, de tan cotidiana esta discriminación se ha hecho invisible.

Porque, en la gran mayoría de los servicios públicos o de los bancos, si alguien llega en silla de ruedas no observa a quien lo atiende y a ellos no los pueden ver. Quien es ciego, no tiene cómo saber el nombre de gran parte de las calles.

¿Han pensado cómo va al psicólogo, un momento de máxima intimidad, alguien sordo? ¿A mamás y papás no oyentes, les explican los doctores por escrito las instrucciones sobre sus hijos o, como ellos denuncian, más bien le hablan al menor de edad sin considerar a los padres?

¿Por qué poner el énfasis hoy en este tema? Porque nunca se les considera lo más urgente y porque la inclusión o es para todos y todas, o no es inclusión.

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