Por Mónica Rincón
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Si eres mujer, sabes que en promedio te pagan un 20% menos que a un hombre por el mismo trabajo. Que si a pesar de eso y de las lagunas laborales, logras juntar el mismo dinero que un hombre, tendrás una pensión 15% inferior. Y para colmo, si estás en edad fértil y te atiendes en el sector privado, sabes que siempre has pagado más caro por tu plan de salud que un hombre de tu misma edad.

La única opción para muchas, para que les rebajaran su plan, fue renunciar a la cobertura de maternidad (¿se fijan? “De maternidad”, así se llama la cobertura, como si los hijos los hiciéramos con puros óvulos) en los llamados planes sin útero. Vergonzoso.

Tuvimos que escuchar que se nos dijera que eso era bueno, porque mostraba la libertad de elegir, como si alguien eligiera quedar desprotegida si no es porque no puede pagar más. Polémica mediante, se prohibieron estos planes sin útero. ¿Y? Según el estudio que publica La Tercera, a un mes de implementarse la prohibición, los planes subieron 3,4% para las mujeres entre 25 y 45 años. Los de los hombres, adivinen, bajaron.

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Dicen que es muy pronto para sacar conclusiones, pero es evidente que o nos discriminan a todas, o al menos a quienes se considera que están en edad fértil.

Pero de hacer caso al Tribunal Constitucional, que hace años, en 2010, pidió eliminar la tabla de factores en base a las cuales discriminan las isapres, de eso ni hablar. ¿De compartir los costos de tener hijos entre hombres y mujeres? Menos. Señores, el cuento de la cigüeña era eso, un cuento.

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