Por Claudio Castro
Agencia Uno

El Tercer Informe del Reporte del Monitoreo Escolar en Pandemia, realizado conjuntamente entre las universidades de Chile y Católica, señala que un 79% de los directores y directoras de establecimientos educacionales perciben un deterioro en la salud mental de las y los estudiantes, siendo más profundo entre los adolescentes que cursan enseñanza media, con un 83%. Estas cifras representan una verdadera alarma para las comunidades educativas. Los actores públicos y las comunidades escolares, debemos actuar de manera coordinada para abordar desde la raíz de esta problemática.

Al enfrentar fenómenos como afectaciones a la salud mental de la población, consumo de drogas y alcohol, actitudes vinculadas al delito y a la violencia, etc., solemos hacerlo desde la reacción, una vez el fenómeno ya se ha extendido y es generalizado. Sin embargo, cuando institucionalizamos a un niño o niña por la adicción a las drogas o al alcohol y cuando detenemos a un delincuente, estamos llegando tarde.

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Hoy vemos cómo el fenómeno de la violencia se ha tomado múltiples espacios, como la escuela y el espacio público, y que la delincuencia se ha vuelto la mayor inquietud para las y los chilenos. Los resultados de la última encuesta CEP (abril-mayo 2022) arrojaron como la principal preocupación de la población la delincuencia (50%), seguidas de cerca por el narcotráfico (23%) y la violencia (15%). Todas estas relacionadas a la percepción de inseguridad.

Cuando se trata de atribuciones en materia de seguridad, los municipios contamos con escasas prerrogativas y recursos, dependiendo casi completamente del gobierno central, sin embargo, es en la prevención donde podemos jugar un rol relevante para evitar conductas de riesgo entre las y los adolescentes.

Recientemente, conocimos una investigación en el Journal of Youth and Adolescence, en donde académicos de la University College de Londres (UCL), concluyeron que los adolescentes que participan en actividades artísticas, como talleres de danza o teatro, tienen menos probabilidades de involucrarse en conductas antisociales hasta dos años después de haber participado en este tipo de instancias.

El camino que hemos tomado en Renca es una invitación a quienes desean demostrar que desde los gobiernos municipales podemos hacer políticas públicas que se anticipan de manera propositiva, educando a las y los jóvenes en una cultura de libertad y responsabilidad para su desarrollo, y, sobre todo, involucrándonos en la búsqueda del cambio de sus hábitos. Esto es, precisamente, lo que hace el programa Fuerza Joven Renca: la interpretación renquina del modelo islandés para la prevención del consumo de drogas y alcohol y conductas de riesgo entre niños, niñas y adolescentes.

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Esta iniciativa promueve un enfoque preventivo, integral y comunitario para evitar las conductas de riesgo. En su base, está la convicción de que los y las adolescentes son capaces de tomar buenas decisiones si los adultos y las instituciones públicas ofrecemos a tiempo oportunidades valiosas y atractivas, orientadas a que la juventud recupere su tiempo libre como un medio de autorrealización, aprendizaje y sano esparcimiento.

Fuerza Joven comenzó con la aplicación de la Encuesta de Juventud y Bienestar en 2018 a todos los segundos medios en la comuna. Los resultados son decidores: Un 53,7% de las y los adolescentes encuestados declaraba haber fumado cigarrillos, un 77,2% declaraba haber consumido alcohol y un 37,6% haber consumido marihuana o hachís. Particularmente significativo el porcentaje de desafección frente a actividades que muestran los y las jóvenes. Un 22,7% de los encuestados señaló sentirse “poco interesado(a) en hacer cosas”.

No puede sorprendernos que el consumo de sustancias sea un camino atractivo para alguien que se aburre en la escuela, que solo conoce la entretención que ofrecen las pantallas y que tiene poco acceso a actividades de calidad para el esparcimiento. Y como sabemos, esta situación se ha agravado tras dos años de desvinculación de los niños y niñas de sus escuelas y liceos, dejándolos con menos herramientas para una sana socialización y, en el peor de los casos, dejándolos a merced de las redes delictuales que existen afuera de sus hogares.

Sabemos que los fenómenos sociales de la violencia, los problemas de salud mental, el consumo de sustancias lícitas e ilícitas y los comportamientos de riesgo entre menores de edad, son complejos y multifactoriales y, como tal, difíciles de enfrentar. Es por esto que requiere de esfuerzos de todos los actores involucrados.

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El nuevo Gobierno se ha mostrado disponible para enfrentar los problemas de seguridad desde la prevención y desde un enfoque de derechos cuando se trata de niños, niñas y adolescentes, encontrándonos en un momento propicio para trabajar de manera coordinada y colaborativa entre los distintos niveles. Además, la aplicación de nuestra tercera Encuesta de Juventud y Bienestar, nos permitirá contar con datos más actualizados, conocer los alcances del Programa Fuerza Joven en la comuna desde el 2018 a la fecha y observar la existencia de cambios de hábitos de los y las jóvenes de Renca a partir de la pandemia y el reciente retorno a la presencialidad.

En Renca, bajo el paraguas del Programa Fuerza Joven, impulsamos actividades y programas en cultura, deporte y liderazgo político, que se oponen al atractivo del uso de estupefacientes, ofreciendo espacios que invitan a crecer en un ambiente estimulante, a descubrir y desarrollar intereses y habilidades a partir de una robusta experiencia comunitaria. Esa ha sido nuestra apuesta: frente a las conductas de riesgo, la mejor estrategia es la prevención para que, cuando se trata de las y los jóvenes de Renca, pavimentemos el camino para llegar a tiempo.

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