Cortesía de Jorge Blanco/Vía CNN Newsource

(CNN) – En una antigua tumba del actual noroeste de Argentina, una persona fue enterrada con un compañero canino. Sin embargo, este amigo animal no era un perro, sino otro tipo de cánido que podría haber competido con los perros por el afecto humano: un zorro.

Los humanos y los perros tienen una larga historia.  La relación entre ambas especies se remonta a decenas de miles de años.

Sin embargo, un nuevo análisis de las pruebas de una tumba de la Patagonia, que data de hace unos 1.500 años, apunta a una estrecha relación similar entre un cazador-recolector del sur de Sudamérica y la especie de zorro grande extinto Dusicyon avus.

Los arqueólogos descubrieron el esqueleto casi completo de un Dusicyon avus enterrado junto a un humano en Cañada Seca, un yacimiento del norte de la Patagonia, en 1991.

No había marcas de cortes en los huesos, por lo que el zorro no había sido devorado, explica la doctora Ophélie Lebrasseur, investigadora de la Wellcome Trust Palaeogenomics and Bio-Archaeology Research Network de la Escuela de Arqueología de la Universidad de Oxford (Reino Unido).

Un análisis en profundidad del ADN antiguo y la datación por radiocarbono confirmaron la especie y la edad del zorro, y el examen del colágeno de sus restos reveló que comía lo mismo que este grupo de humanos.

A mediados de abril de 2024, los científicos informaron en la revista Royal Society Open Science que, junto con la ubicación del esqueleto en la tumba, la dieta del animal sugería que el zorro era manso y podía haber sido mantenido como mascota.

El descubrimiento se suma a un creciente número de pruebas procedentes de enterramientos en otros continentes que indican que los zorros eran domesticados por los humanos y compartían una relación basada en el compañerismo.

El zorro y la sociedad de cazadores-recolectores

El Dusicyon avus vivió desde el Pleistoceno (hace entre 2,6 millones y 11.700 años) hasta el Holoceno, y se extinguió hace unos 500 años. Su tamaño era similar al de un pastor alemán moderno, pero mucho menos voluminoso; además, pesaba hasta 15 kilogramos.

Partes del espécimen de Dusicyon avus fueron enterradas junto a un humano en Cañada Seca, un yacimiento del norte de la Patagonia. Cortesía de Francisco Prevosti/Vía CNN Newsroom

“En general, el Dusicyon avus tiene una dieta carnívora”, explica Lebrasseur, quien dirigió el estudio junto con la doctora Cinthia Abbona, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina.

Pero cuando los científicos analizaron el esqueleto de zorro enterrado, descubrieron que su dieta era menos carnívora de lo esperado y más parecida a la de los humanos.

“Esto sugiere que, o bien la comunidad lo alimentaba, o bien estaba cerca de la comunidad y se alimentaba de los desechos de la cocina”, declaró Lebrasseur a CNN. “Sugeriría que hay una relación más estrecha y una integración del cánido dentro de la sociedad“.

Según la doctora Aurora Grandal-d’Anglade, paleobióloga de la Universidade da Coruña (España), la idea de los zorros como animales de compañía en Sudamérica coincide con la de otros miembros de esta especie enterrados en Europa y Asia.

Grandal-d’Anglade, que no participó en el nuevo estudio, ya había descrito tumbas de la Edad de Bronce en la Península Ibérica con docenas de perros y cuatro zorros enterrados junto a personas.

Los investigadores descubrieron que estos zorros estaban dispuestos de forma muy similar a los perros, lo que sugiere que también eran compañeros de los humanos.

“No hay ninguna razón por la que los zorros no puedan ser domesticados”, escribió Grandal-d’Anglade a CNN por medio de un correo electrónico. “Sabemos que los humanos de muchas sociedades completamente diferentes suelen tener animales domésticos (no sólo cánidos, sino también, por ejemplo, monos, pájaros, reptiles) simplemente como animales de compañía. Visto así, cada vez surgen más indicios de que los zorros habrían desempeñado un rol de animales de compañía“.

El hallazgo de este Dusicyon avus en una tumba humana fue sorprendente también por otra razón: aunque la especie se extendió ampliamente en el sur de Sudamérica, era, hasta entonces, desconocida en esta parte de la Patagonia.

Según el estudio, los cazadores-recolectores que vivían en la región solían permanecer dentro de un radio de acción de unos 70 kilómetros, por lo que es probable que se encontraran con el simpático zorro dentro de ese radio de acción.

“El Dusicyon avus debió haber sido parte de la vecindad cercana, para poder integrarse en la comunidad”, afirmó Lebrasseur.

Lo que revelan las tumbas de zorros sobre “el mejor amigo del hombre”

El análisis también arrojó luz sobre lo que llevó a los zorros a la extinción, o más bien sobre lo que no lo hizo. Una hipótesis sugería que los zorros se cruzaron con los perros que los colonizadores europeos introdujeron en Sudamérica, y que ese mestizaje acabó por extinguir el linaje de los zorros. Pero el ADN del zorro contaba otra historia, según los autores del estudio.

“Basándonos en lo que pudimos recuperar y en la técnica que desarrollamos en Oxford hace unos años, pudimos sugerir que la hibridación entre perros domésticos y Dusicyon avus no habría podido producir descendencia fértil”, dijo Lebrasseur.

El Dusicyon avus vivió desde el Pleistoceno (hace entre 2,6 millones y 11.700 años) hasta el Holoceno, extinguiéndose hace unos 500 años. Aquí se muestra un cráneo completo de un yacimiento diferente al del norte de la Patagonia. Cortesía de Francisco Prevosti/Vía CNN Newsroom

Sin embargo, sigue siendo posible que los perros no fueran del todo inocentes en el declive de los zorros.

Con una dieta similar a la de Dusicyon avus, los perros podrían haber contribuido a acelerar la extinción de los zorros al competir con ellos. También podrían haber sido portadores y transmisores de enfermedades que enfermaron a los zorros, añadió Lebrasseur.

Los expertos suelen explicar la domesticación de los perros como algo que ocurrió porque los humanos se dieron cuenta de que podían ponerlos a trabajar como cazadores o pastores, señaló Grandal-d’Anglade.

Pero el esqueleto de Dusicyon avus de Cañada Seca y otras tumbas de zorros insinúan que un animal no necesitaba ser un trabajador útil para ser domesticado por los humanos: podía ser simplemente un amigo.

“La proliferación de cánidos de diferentes especies en estrecha relación con los humanos parece indicar que, en principio, se trataba de una relación de afecto, de compañerismo”, agregó Grandal-d’Anglade.

“El hecho de que los encontremos en tantas sociedades diferentes y en distintos continentes, indica que tener animales de compañía, y no sólo como animales de trabajo o de carne, es un rasgo ancestral en los humanos“.

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