Por Fernanda Castillo Álvarez

Con la llegada del verano, las temperaturas van al alza y las olas de calor se vuelven cada vez más frecuentes. En la Región Metropolitana, la Estación Quinta Normal de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) detectó este miércoles 36,7° C, convirtiéndose en la tercera temperatura más alta en 112 años. 

Con sus alzas en temperaturas, el cambio climático afecta también la salud de la población, llevando incluso a la muerte. Un estudio de la Universidad Católica descubrió que en 2019 murió un total de 245 personas por causas atribuidas al calor.

Conciliar el sueño con tanto calor es una tarea difícil. Por eso, CNN Chile conversó con la neuropsicóloga y creadora de la cuenta de Instagram @neurofyoficial, Cynthia Hurtado, sobre los efectos de las olas de calor en la capacidad de adaptación cerebral y en los ciclos de sueño.

¿El calor puede “derretir” el cerebro?

El calor excesivo afecta todas las funciones del cerebro, pues es una máquina que tiene su propio termostato y no puede exceder los 38,5° C internos.

La experta explica que “el cerebro es una especie de máquina que cuando aumentan las temperaturas afuera hace que ese termostato trabaje de más, lo que provoca que nuestra capacidad de atención disminuya, al igual que la gestión de emociones, irritabilidad, entre otros, y sin importar la edad”.

El cerebro considera la exposición al calor como un estresor o como una situación que “sale de la norma”, por ende, necesita compensar con más energía. Es más, si la temperatura ambiente es mayor a 30° C de forma continua, tanto las funciones cognitivas como el sistema nervioso y su sensibilidad fallan. Sobre todo si hay deshidratación: un 0,5% de déficit de agua comienza a afectar la memoria, atención, motivación o la regulación emocional.

¿Las altas temperaturas afectan el ciclo del sueño?

De acuerdo a la experta, el sueño definitivamente se ve afectado, ya que una parte del cerebro trabaja de más para regular la sensación de calor.

“Puedo comer bien, hacer ejercicio todos los días, pero si no duermo bien, entonces todo lo demás no va a funcionar”, afirma. Aunque las personas tengan rutinas de skincare espectaculares, “si no descansas, estás perdiendo dinero porque tu cerebro no tiene la capacidad de regenerar células ni de repararlas siquiera”.

El sueño está directamente relacionado al ritmo circadiano, que corresponde a los ciclos de luz y oscuridad de todos los seres vivos, y que también se ve afectado por las olas extremas de calor.

La psicóloga explica que, si sigue haciendo mucho calor, “el cerebro no puede segregar de forma correcta la famosa melatonina, que es la hormona del sueño, u otras hormonas y neuroquímicos segregados al dormir”, elementos químicos claves para tener motivación.

La plasticidad del cerebro, que es la capacidad de adaptación y de generar, eliminar o fortalecer nuevas redes neuronales, se ve considerablemente afectada por el calor al ser considerado un estresor. Es más, muchos de estos procesos asociados a la neuroplasticidad ocurren en el sueño.

Incluso, la académica destaca que está comprobado científicamente que “las olas de calor afectan la generación de ondas en el sueño profundo”, particularmente acortando y fragmentando el sueño humano, según indica un estudio publicado en Journal of the Neurological Sciences.

El cerebro humano no diferencia entre luz artificial y luz natural

Los tipos de luces, la temperatura, el café, el internet, entre otros factores, pueden afectar la calidad del sueño.

“Al prender las luces, estar frente al computador o celular mientras voy a dormir, esa luz de las pantallas le dice al cerebro que todavía es de día”, detalla la especialista. Esto se debe a que el cuerpo tiene muchos sensores de luz, no solo en los ojos, por lo que el hecho de, por ejemplo, tener un alargador con una mínima luz va a impactar en la calidad de sueño por la generación de ondas. Lo mismo ocurre con el modem del WiFi, el cual se recomienda apagar al momento de dormir.

La única luz que no hace daño es la luz roja. Por ello, Hurtado recomienda poner un filtro de color rojo en el teléfono para no afectar el ciclo del sueño y la vista. No así un filtro azul, ya que “no está comprobado científicamente por los expertos” que ofrezca protección visual.

Derribando mitos

Muchas personas mencionan que trabajan mejor de noche o de día. Según la psicóloga simplemente se trataría de una mala costumbre, aunque esto “no quiere decir que esté diseñado para funcionar de esa manera”.

Lo ideal siempre es trabajar en horario diurno, ya que las personas que trabajan de noche tienden a estresarse más, a tener problemas cardiovasculares, obesidad, patologías, entre otras.

¿Qué hacer para cuidar el cerebro?

La neuropsicóloga en educación recomienda:

  1. Crear un ambiente de descanso con cosas agradables.
  2. Evitar comer carne antes de dormir, ya que retrasa el proceso digestivo.
  3. Como el ciclo de sueño comienza durante la mañana, lo ideal es tomar bebidas estimulantes (café, té u otro) una hora después de despertar y antes de las 16:00 horas para no afectar el descanso.
  4. Usar una luz roja en caso de que no sea agradable dormir sin luz.
  5. Si no hay descanso en el sueño, tomar sol 10 o 15 minutos al aire libre (o sin una ventana de por medio). Si está nublado, sumar 10 minutos más de lo normal.
  6. Generalmente, el agua embotellada pierde sus minerales esenciales, por lo que se sugiere echar una pizca de sal marina o rosada al agua para activar sus minerales esenciales.
  7. Evitar usar pijama o ropa de cama con altos porcentajes de poliéster por la estática que afecta el dormir.

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