FOTO: UNIVERSIDAD DE CHILE

Por estos días una estructura ubicada en una de las veredas de la Alameda ha llamado la atención de los transeúntes.

Se trata de un “lloratorio público“, iniciativa creada para “llorar y pensar” propuesta por la artista visual de la Universidad de Chile, Ángela Ramírez Sanz.

El cubículo corresponde a una réplica idéntica de la base del monumento de Andrés Bello, que está emplazado a las afueras de la casa de estudios.

Un espacio público para “cuerpos cansados y deprimidos”

La cabina para llorar fue creada por la empresa Exfibro, que ocupó fibra de vidrio en el proceso de elaboración.

El origen de la intervención de Ramírez comenzó a gestarse en 2021 de una forma más bien accidental. Mientras caminaba como cualquier otro día, la artista observó que en una esquina “había una mujer peruana llorando amargamente“, contó en una entrevista con la Universidad de Chile.

“Era tanto su llanto que me acerqué a preguntarle si podía hacer algo por ella”, añadió la autora. Tras la interrogante, la mujer solo se limitó a decirle “solo necesito llorar”, para no hacerlo en su hogar, donde la esperaba su familia.

A partir de la situación, Ramírez se preguntó a sí misma “¿Dónde lloran los cuerpos cansados y deprimidos?“. La mujer que lloraba desconsoladamente la hizo ver que no tenía algún refugio para expresar sus emociones, ni siquiera en su propia casa.

Me sentí una impertinente por interrumpirla, pero el espacio público nos expone a través de otras y otros“, señaló la artista.

Así fue como nació su iniciativa. “La idea de este trabajo es recuperar el espacio clausurado del pedestal y abrirlo a un uso público; recuperar ese espacio cerrado y disponerlo como espacio posible y seguro para llorar en la vía pública, problematizando el pedestal al revertir su función metafórica”, dijo.

Esta exposición estará disponible hasta el próximo 10 de diciembre.

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