Del caos tras la explosión Beirut, capital de Líbano, pasó este viernes al descontento ciudadano en contra el gobierno libanés. Esto, principalmente porque los libaneses culpan a la autoridad de esta tragedia.
El desastre, hasta ahora todavía calificado como un accidente, dejó a miles de personas sin hogar, además de otras miles que resultaron heridas o lesionadas por la explosión.
La tesis del accidente, sin embargo, no ha sido más que combustible para la llama de descontento de los libaneses, quienes en octubre de 2019 -al igual que en Chile- iniciaron una serie de manifestaciones conocidas como la “Revolución de Octubre”.
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Si en ese momento la rabia de los manifestantes apuntaba al cobro por llamada de WhatsApp que impulsó el gobierno, hoy es la ineficiencia del aparataje gubernamental que no previó peligros en almacenar por tanto tiempo elementos químicos altamente peligrosos.
Así, hoy resurgen las críticas de corrupción y mala administración que se dirigían al gobierno en 2019. Además, se suma la dura crisis económica que como a todos los países del mundo ha golpeado por meses.
Hasta ahora las autoridades creen que fueron las 2.750 toneladas de nitrato de amonio que se almacenaban en el Puerto de Beirut desde 2014, manteniéndose durante seis años sin condiciones mínimas de seguridad.
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