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Dice que es un triste con vocación de alegre, pero lleva 53 años arriba de los escenarios, observándonos y haciéndonos reír. Porque Alejandro González siempre fue un lobo estepario, más bien introvertido con sus propias emociones y muy observador.

Hijo de Raquel Legrand y José González Videla, hermano del expresidente, sus padres se separaron cuando él tenía meses y no lo volvió a ver hasta que cumplió 15 años. Su verdadero padre fue el segundo marido de su mamá, Amado Paredes. Él fue quien lo invitó a esperar antes de irse al seminario para ser cura y quien lo incentivó a tener una carrera antes de ser actor.

Tras egresar del Colegio Latinoamericano, entró a estudiar diseño en la Universidad de Chile y dos años después partió a Estados Unidos a especializarse en metalurgia. Cuando lo echaron de la pensión donde vivía por haber invitado a un amigo de raza negra, sintió que ese no era su lugar y decidió volver a Chile.

Trabajó un año en una empresa automotriz, hasta que la vocación pudo más y en 1972 debutaba con éxito nada menos que en el Festival de Viña. Fue el primer comediante chileno que se dedicó al standup, siempre con una aguda mirada a nuestras costumbres, pero sin descalificar ni agredir a nadie.

Agencia UNO

“Somos huérfanos absolutos”

En sus 53 años de carrera en teatro y televisión ha creado memorables personajes, monólogos y obras, como Viejos de Mierda, el éxito de taquilla más grande de los últimos 50 años del teatro chileno. Con 70 o sé tonto, Coco Legrand ha vuelto a los escenarios, para intentar, como dice él, de explicar lo inexplicable. De cómo los sueños se convirtieron en pesadillas y las pesadillas en realidad.

—¿Cómo llegas física y espiritualmente a montar esta obra?
Más que vivir dolorosamente, pensando en todo lo que me había pasado; haber perdido por completo la pierna izquierda, haber estado cesante por más de tres años, dije ‘no, yo quiero seguir viviendo, quiero ponerme de pie y lo voy a hacer a como de lugar’ y decidí caminar en los momentos más difíciles. Estuve cuatro meses y medio en cama sin poder moverme, más tres meses y medio o más con kinesiología y logré ponerme de pie.

—Este espectáculo parte con la mirada que tú le diste al estallido social, a cómo a cambiado Chile… ¿Cómo ves a Chile ahora?
—Después de haber creído que éramos hijos del desarrollo, hoy día somos huérfanos absolutos, no nos defiende nadie, no nos cuida nadie, sino que ahora todo provoca un miedo y eso también he querido decirlo de alguna forma y mostrar precisamente el que, de haber sido hijos de la prosperidad, hoy somos huérfanos de la inseguridad.

—¿Cómo te explicaste la violencia?
Este estallido, yo no creo que se haya provocado por los 30 pesos de reajuste ni por los 30 años de gobiernos intermitentes, más bien esto tiene que ver con los más de 500 años de conquista basados en el poder de las armas y en la imposición de nuevas creencias religiosas, eso fue lo que provocó una herida profunda en la memoria de los Pueblos Originarios que se fue heredando de generación en generación en la base misma de nuestra sangre mestiza que nos caracteriza.

En esa línea, agregó que “este es el minuto preciso y precioso para encontrar el camino del encuentro con los demás y así lograr ser el somos, diluyendo de una vez por todas la rabia y el odio, dejando espacios amplios para que se haga presente la confianza sincera, es vital que eso salga y así tener la oportunidad de ver nacer la emoción de la paz. Solo a través de la paz vamos a poder construir un Chile mejor“.

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“Soy hocicón del pensamiento”

Por otra parte, el humorista comentó por qué no tiene una posición política conocida y se refirió a la manera de hacer humor en estos tiempos.

—Tú nunca has mostrado una posición política…
—Yo dejé de creer en la política, gracias a los políticos, dejé de creer en la fe, gracias a los santos violadores.

—Tú empezaste el año 72 en el festival de Viña. Tú, criticando, nunca has dado a conocer cuál es esa tendencia tuya
No, yo soy hocicón del pensamiento, yo lo que trato es de siempre estar atento de lo que la gente me cuenta.

Cambió también la manera de hacer humor, la manera de expresarnos en el último tiempo, ya la gente no se ríe de los homosexuales, ya lo chistes sexistas no son graciosos. ¿Cómo te influyó eso en los nuevos libretos que tienes que elaborar, teniendo presente también que tú nunca agrediste a nadie?
Claro, porque no es ese el deseo, por eso hay varias cosas que he escrito precisamente para poder explicarlas, lo que pienso (…) O tenemos la capacidad de vivir en comunidad o estamos jodidos.

Sobre la decisión de hablar respecto a la edad luego de 57 años de carrera, Alejandro González aseguró que “uno también tiene que darse cuenta de que hay cierta edad para cumplir ciertos roles que yo creo que con esta obra yo me quiero despedir porque creo que ya de aquí para adelante lo que voy a hacer es dedicarme a estar con mi familia en todo lo que pueda, no creo que ya necesite estar más encima dando mis opiniones a través del humor, sino que simplemente estaría al lado de mis nietos, de mis hijos, hijas”.

Les quitaste mucho tiempo con esta carrera…
Llevo 57 años haciendo esto que es lo que me apasiona, pero si puedo, por ejemplo, ayudar a jóvenes que pueden trabajar en este oficio que es mi vicio, yo feliz.

—Pero la pasión no termina. ¿Hay algo que impida que cumplas ese deseo?
Estoy contento con lo que estoy haciendo. Me realicé desde joven en esto que me atraía, no me arrepiento de lo que hice, dejé todo de lado.

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