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Sus diseños son parte de la historia de la moda de nuestro país y es el único chileno que ha sido distinguido por la revista Vogue como el mejor diseñador de Latinoamérica: Rubén Campos.

Hoy cumple 40 años desde que llegó de Gorbea a Santiago para hacerse un lugar en este mundo que conocía desde niño. Heredero del talento de su madre holandesa y dueño de una enorme creatividad, encontró entre hilos y agujas refugio al bullying escolar.

“Lo pasé bastante mal cuando niño y nadie me atendía porque no se daban cuenta. Yo sufría. Los niños son crueles, no se dan cuenta del daño que pueden hacer, porque yo podría haber terminado suicidándome“, cuenta en entrevista con CNN Íntimo.

En gran parte ha sido un autodidacta, ya que observaba atentamente los diseños de su madre, pero fue en España donde durante cuatro años aprendió la técnica del patronaje, esa que permite esculpir el cuerpo femenino en la tela y que ha definido por años su sello.

En el país europeo, cuando tenía poco más de 20 años, fue donde vivió su sexualidad libremente por primera vez. Pese a que en ese tiempo aún había restricciones, dice que no le gustaría nacer en esta época: “Se ha llegado a un libertinaje que no es necesario”.

Décadas de amor a la moda

Desde que en 1983 abrió su boutique en General Holley, la calle de la moda en esos años, ha vestido a generaciones completas, a modelos icónicas y a nuestra única Miss Universo. Perfeccionista, riguroso, llegó a ser tan o más divo que sus exclusivas clientas.

“El atelier en General Holley era muy lindo, yo creo que era el más bonito que había en Santiago, sobre todo esa calle que era la más importante en ese entonces, y la gente tenía que conocerme, saber quién yo era. Llegaban y quedaban impactadas con mis cosas, después de los desfiles se los peleaban (los vestidos)“, relata.

Entre las diversas personas que vistió se encuentran Lucía Pinochet, hija de Lucía Hiriart y el dictador Augusto Pinochet. Relata que “la Lucía chica” instaló una fundación de arte justo al lado de su atelier en Providencia y que cuando había inauguraciones “don Augusto y la señora Lucía me pasaban a saludar y ahí se iban al evento“.

“(Lucía Pinochet) iba a la tienda y muchas veces me venían a buscar e íbamos a La Moneda. Yo tenía 29 años y era lo que estábamos viviendo en ese minuto. Ella era una gran clienta, sin importar el color político, y yo estaba empezando, por lo que necesitaba hacer clientas y tener la posibilidad de mostrar mis cosas a gran nivel”, agrega.

De vuelta a la democracia atendió a todo tipo de celebridades, siempre con su impronta de divo. Sin embargo, los golpes enseñan, el paso del tiempo suaviza el carácter y desde hace años cambió la vida santiaguina por la playa, y el estrés de la vorágine por tiempo para pensar, conocerse, dedicarle tiempo a los últimos años de su madre y valorar el lujo de la simpleza.

Siempre atado a los hilos y agujas

Al cumplir 40 años de trayectoria decidió cerrar su icónico atelier de Presidente Errázuriz y vender más de mil piezas de sus distintas colecciones. Todo para iniciar otra etapa con nuevos proyectos, porque aunque pretenda alejarse, el mundo de la moda no deja ni dejará de ser el mundo de Rubén Campos.

¿Cómo llegas a los 40 años?
—Este es un trabajo que requiere pasión, arte, filosofía y todo, entregas tu vida. Casi todos los diseñadores son solteros, no tienen hijos, porque esto es la vida entera, te vuelcas. Yo vivía para ser el mejor y era perfeccionista al punto de sufrir, entonces dije ‘no, tengo que conocerme, aceptarme’ y me empecé a ir a la playa, aunque para eso antes tuve que perder todo en mi vida.

Tuve que perder todo en mi vida para darme cuenta. Me empecé a quedar (en la playa), hasta que construí mi casa porque la que compré en ese entonces no era habitable todo el año, era de verano. Salí adelante de nuevo con esfuerzo, dedicación y me pude empezar a quedar siempre un poquito más hasta ahora, que vengo a trabajar uno o dos días a Santiago”, añade.

¿Cómo fue cambiar el glamour por una playa de la quinta región?
—El glamour yo lo entrego a mis clientas, a quien yo visto y tú puedes ser muy glamouroso en la playa también. Es maravilloso (vivir en la playa) porque ya no te preocupas de qué te vas a poner y cambia tu vida, ya que te pones mucho más sencillo y empiezas a tomar el real valor de las cosas.

También estás cerrando una etapa con estos 40 años, por el hecho de que tu atelier actual se cierra.
—Decidí celebrar mis 40 años en la moda sacando todas las colecciones. Decidí sacarlo a la luz para que las personas lo puedan comprar, tener, ya que yo no lo quiero guardar. Las cosas que se guardan ahí quedan, pero no (debe ser así), puesto que tienen que vivir, hay que darle vida y mucha gente quiere tener un Rubén Campos, muchos, y a un precio más accesible.

¿Qué se viene?
—De seguro que voy a abrir un próximo atelier para atender a mis clientas de toda la vida que todavía me siguen y me buscan, además de atender a gente que quiere vestirse con un Rubén Campos. Sin embargo, también hay otros proyectos, tengo un proyecto con Perú, muy interesante, con telas nobles.

Me contaron que están pensando en hacer una serie con tu historia. 
—Me encantaría porque creo que a través de la vida hay mucho que tienes que entregar y ser referente de mucha gente que viene. (La moda) es el idioma del tiempo. Nos conocen a través de las épocas por lo que hemos vestido.

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