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Los sobrevivientes del denominado caso Maristas, quienes acusan haber sido abusados cuando niños por miembros de dicha Congregación, enviaron una carta al papa Francisco solicitándole que ponga freno “a las redes de encubrimiento que operan para tapar estos delitos”.

Señalan en la misiva, la urgencia de dar una solución pronta dado a que nuevos casos se perpetran “y las vidas arrasadas no pueden seguir esperando”.

En la carta le aseguran al papa Francisco que los casos de abusos no son aislados sino que hablan de “décadas de lo mismo”.

“Tenemos miedo de que las ‘estructuras de abuso y encubrimiento’ como usted las llama sigan operando al interior de los Hermanos Maristas”.

Vea la carta:

Santiago, 05 de junio de 2018

Su Santidad Papa Francisco:
Los sobrevivientes del llamado caso maristas abajo firmantes queremos hacerle llegar estas palabras
a través de una carta abierta.
Nos une el dolor. Entre nosotros hay creyentes y ateos; católicos y también de otras ramas de la
espiritualidad. Todos fuimos a colegios de los Hermanos Maristas en Chile. Todos fuimos abusados
sexualmente siendo niños mientras nos encontrábamos al cuidado de dicha Congregación;
violentados por miembros de dicha familia y también por sacerdotes que visitaban los
establecimientos.
Si bien abajo firmamos un grupo de nosotros -los que hemos aparecido públicamente en medios de
prensa-, también en este texto están las voces de otras personas que sufrieron el mismo delito bajo
las mismas circunstancias.
Cuando leímos su carta pública enviada a la Iglesia Chilena donde señala que hay una cultura de
abuso y encubrimiento en ella, comenzamos a revisar los puntos que usted enumera para
fundamentar tal afirmación y descubrimos que todos ocurren en la Congregación de los Hermanos
Maristas.
Somos el testimonio vivo de sus afirmaciones. Las estructuras del abuso y del encubrimiento
operaron cuando siendo niños fuimos abusados y siguen operando ahora maltratándonos como
sobrevivientes de ese abuso por el sólo hecho de denunciarlo. Nuestras familias han sido acosadas y
perseguidas por la Congregación de los Hermanos Maristas. Hemos sido desatendidos en las
reparaciones urgentes que, en un juego perverso, nos ofrecieron sin que las pidamos para luego
retaceárnoslas. Lo delincuentes sexuales que nos atacaron y que siguen vivos están muy bien
atendidos y protegidos en el seno de la familia marista mientras a nosotros se nos relega a las
sombras. A tal grado llega esto que cuando usted visitó Chile en enero pasado el nuncio apostólico
Mons. Ivo Scapolo le hizo saludar a Mariano Varona, parte de la trama de maltratos y
encubrimientos de los Maristas en la misma residencia en que protegen a dichos pedófilos. Le
adjuntamos la foto de tal encuentro.
Además de nuestra situación personal y familiar, nos preocupa el actuar de la Congregación para
con el resto de la familia marista. Tenemos miedo de que las “estructuras de abuso y encubrimiento”
como usted las llama sigan operando al interior de los Hermanos Maristas. El trato que nosotros
hemos recibido, revictimizándonos, es una pésima señal al respecto. Considerando también que
entre nosotros hay testimonios de delitos sexuales hacia menores separados por décadas y los
últimos casos conocidos son de hace apenas unos años, ¿podrá por sí misma la Congregación de los
Hermanos Maristas salir del profundo abismo en que ha caído por estos y por otros delitos?
Tras la denuncia pública que hicimos han llegado hasta nosotros innumerables testimonios de otro
tipo de abusos y maltratos recibidos por alumnos y alumnas, madres, padres, trabajadoras y
trabajadores; todos proferidos por hermanos maristas y laicos a sus órdenes. No hablamos acá de
casos aislados, hablamos de décadas de lo mismo. Este elemento nos pone en alerta. Usted señala
en su carta que se ha de “buscar, a tiempo y destiempo, el compromiso por generar una cultura
donde cada persona tenga derecho a respirar un aire libre de todo tipo de abusos. Una cultura libre
de encubrimientos que terminan viciando todas nuestras relaciones. Una cultura que frente al
pecado genere una dinámica de arrepentimiento, misericordia y perdón, y frente al delito, la
denuncia, el juicio y la sanción.” No estamos seguros que la Congregación por sí misma hoy pueda
afrontar esta urgente tarea.
Recordar nuestras infancias abusadas implicó revisar el entorno en el que sucedieron tales delitos.
Conversar con otros ex alumnos y confirmar que crecimos en un ambiente en donde lo que primaba
era el éxito académico costase lo que costase; sin atención a los más vulnerables o cuidando los
valores cristianos mínimos sino al contrario, empapando nuestras infancias y adolescencias de una
mirada elitista donde el más fuerte avanza sobre el más débil, dejándolo a un costado del camino,
herido, sin misericordia alguna.
Su carta a la Iglesia Chilena nos interpela y por ello ponemos esta alerta en sus manos. Por los niños
que fuimos, por los niños que callaron sus abusos y los perdimos en la noche de la autodestrucción.
Por los niños del presente, por las miles de familias que hoy confían en los Maristas como las
nuestras confiaron en ellos. Atienda este pedido urgente, cada día que pasa las redes de
encubrimiento operan para tapar los delitos cometidos y perpetran otros nuevos. Las vidas arrasadas
no pueden seguir esperando.
Atentamente,
Jaime Concha Meneses.
Gonzalo Dezerega Bustamante.
Eneas Espinoza Gallardo.
Eladio Valdés Arce
Jorge Franco Rojas.
Isaac Givovich Contador.
Eduardo Rozas Honorato.
+ otros sobrevivientes.

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