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Este jueves, The Economist publicó un artículo llamado Chile sigue atormentado por el golpe de septiembre de 1973, en el que se aborda el golpe de Estado, la situación actual del país y la conmemoración de los 50 años del quiebre de la democracia.

Entre otras cosas, el medio cataloga al presidente Gabriel Boric como un “abierto fanático de (Salvador) Allende” y afirma que los planes del Gobierno para la conmoración de los 50 años “se han visto obstaculizados por las controversias que aún suscita Allende“.

El país parece dividido. Un intento del Gobierno de Boric de reescribir la Constitución, que en parte deriva de Pinochet, fue rechazado por un gran 62% (…) y una encuesta de Mori encontró que solo el 42% de los encuestados piensa que el golpe destruyó la democracia y el 36% que liberó a Chile del marxismo, en comparación al 68% y 19%, respectivamente, en 2006″, agrega.

Luego, el artículo hace un recorrido por lo que fue la Unidad Popular y su minoría en el Congreso Nacional, la polarización de la época, la instauración del golpe de Estado, el rol que desempeñó Estados Unidos, el retorno de la democracia, los gobiernos de la Concertación y finalmente el estallido social, para dar paso a un análisis de la situación actual. “Actualmente, hay menos acuerdo en Chile sobre el significado de 1973 que hace una década“, reflexiona.

“Sin embargo, Chile ha dejado 1973 muy atrás. La respuesta de los políticos a la polarización y violencia de 2019 fue buscar un acuerdo amplio sobre una solución pacífica”, añade. También menciona que, a diferencia de la UP, la nueva izquierda defiende la “democracia liberal”, que el presidente Boric cuando enfrenta dificultades “se ha desplazado hacia el centro” y que el apoyo a José Antonio Kast “más que un deseo de un renacimiento de la dictadura, deriva de preocupaciones sobre la seguridad, el crimen y la inmigración”.

Pese a aquello, también afirma que “sería mejor para Chile si Allende y Pinochet se convirtieran en figuras puramente históricas, en lugar de fuentes de inspiración política, lo que le permitiría al país mirar hacia adelante. Es evidente que eso sigue siendo difícil. El gobierno de Allende fue un fracaso político colosal, pero en lo que ‘podemos intentar llegar a un acuerdo’, como dijo Patricio Fernández, el periodista que participó originalmente en las celebraciones del 50 aniversario, “es en que lo que ocurrió después del golpe fue inaceptable”.

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