Por Matías Mella Olea
{"multiple":false,"video":{"key":"bRNNYk","duration":"00:04:21","type":"video","download":""}}

A medida que el fenómeno de El Niño se debilita, aumentan las probabilidades del surgimiento de La Niña, planteando el riesgo de una nueva temporada con escasez de agua en el territorio nacional. Hace un siglo, en 1924, se registró una intensa sequía que afectó desde la Región de Valparaíso hasta la de Ñuble, y existe la posibilidad de una repetición exacta un siglo después.

Los registros meteorológicos indican que las sequías más severas del último siglo han coincidido con eventos de La Niña.

Actualmente, el 72% de la superficie de Chile enfrenta escasez hídrica en diversos niveles, agravadas por el cambio climático y la falta de políticas públicas para prevenir estas temporadas. Un ejemplo es la Región de Coquimbo, que registra un déficit de lluvias del 85,9%, lo que ha llevado a cortes de suministro de agua potable en comunas rurales.

En este sentido, los embalses de la región, especialmente en las provincias del Elqui y Limarí, han alcanzado niveles de agua históricamente bajos, una situación crítica especialmente en el embalse Cogotí en la comuna de Combarbalá, que se encuentra completamente vacío. En otros embalses como Puclaro en Vicuña y Recoleta en Ovalle, los niveles están al 5% de su capacidad, mientras que La Paloma en Monte Patria apenas alcanza el 3%.

Los años más secos están golpeando duramente tres sectores clave de la economía chilena: la minería, presente en trece de las quince regiones del país; la generación de energía eléctrica a través de centrales hidroeléctricas; y la agricultura, que enfrenta un impacto sin precedentes.

Una sequía de esta magnitud se considera un desastre con efectos significativos en los ecosistemas naturales y el desarrollo de actividades humanas.

Tags:

Deja tu comentario