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Volar con una enfermedad contagiosa puede transformarse en un verdadero problema. No sólo para el afectado, sino para el avión entero, que por su estructura y aire acondicionado facilitan el contagio.

Cuando estos virus son más complejos de tratar como la meningitis, sarampión o tuberculósis, la tripulación debe seguir un estricto protocolo.

Cuando el avión aterriza, los tripulantes deben entregar un informe, ahí se especifica si existe un pasajero con peligro de contagio. Con esos datos las autoridades pueden tomar las medidas necesarias.

En el código aeronáutico no existe sanción para quienes escondan enfermedades.

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