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“Llego a las 8, salgo entre 5:30 o 6 de la tarde y a las 7:00 entro a clases. Ahí tengo hasta las 10, 10:30, y llego a casa a hacer mis cosas y a estudiar”, cuenta Tracy Muñoz, sobre su rutina diaria, la misma que viven muchos jóvenes en Chile al enfrentarse a dos desafíos paralelos: estudiar y trabajar.

Estos caminos, que por años han ido por pistas separadas, hoy parecen unirse. Así lo siente esta joven trabajadora de la planta Nestlé en Macul, que es alumna de Ingeniería Industrial, algo que según dice le permitiría mejorar sus posibilidades dentro de la empresa.

“Ahora estamos en cierre de mes de la universidad, pruebas y esas cosas, así que vida personal no tengo mucho, pero ya hay ciertos meses que es cosa de organizarse”, agrega.

Esta carga implica un problema serio. Muchos estudiantes colapsan o se unen al sistema laboral, pero no de la mejor manera: actualmente, 1 de cada 4 jóvenes trabaja informalmente. Es uno de los aspectos que promete cambiar una vez que entre en función la nueva ley que regula la jornada laboral de los estudiantes, aprobada en el Congreso el pasado martes.

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Se trata de un proyecto por el que el oficialismo y oposición midieron fuerzas durante meses. Finalmente, se redujo la edad tope de 28 a 24 años y establece que la jornada diaria de los estudiantes es de 10 horas máximas de trabajo efectivo.

A la vez, un cambio significativo será que los jóvenes beneficiados mantendrán su calidad de causante en la asignación familiar, es decir, su remuneración no será considerada como renta, permitiendo así acceder a beneficios sociales y académicos como becas.

“Todos los jóvenes que estudien y trabajan si quieren pueden seguir siendo carga del plan de salud familiar. No pierden ningún beneficio de salud, al contrario, van a poder tener derecho a licencia médica en caso de que se enfermen”, destacó el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg.

Además, tendrán derecho a ausentarse para rendir los exámenes y existirá la posibilidad de suspender el contrato durante las vacaciones de verano, manteniéndose la antigüedad laboral.

El desempleo entre las personas de 18 a 24 años alcanzó en 2017 el 20,5%, más del doble del promedio nacional y siete puntos porcentuales más que el promedio mundial, mientras que más de un 34% de los jóvenes trabaja informalmente sin protección legal.

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