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Chile, 1988. La Constitución de 1980 había establecido que, ocho años después de su promulgación, se realizaría un plebiscito para dirimir si Augusto Pinochet seguiría gobernando el país hasta 1997.

En ese entonces, el régimen militar venía saliendo de años difíciles: la crisis económica de 1983, las protestas callejeras de 1983, el atentado a Pinochet de 1986 y la convulsionada visita del Papa Juan Pablo II en 1987. En ese contexto es que llega el anunciado plebiscito que definiría entre el SÍ y el NO.

Un país ganador

Al interior del régimen desconfiaban de que una franja política podía ser efectiva comunicacionalmente. Pensaban que nadie vería un programa que se transmitiría casi a las 23 horas, prácticamente al final del cierre de las transmisiones de la televisión chilena de aquel entonces.

El pinochetismo decidió organizar una franja que mantuviera la línea de sus discursos oficiales. El SÍ reclutó al publicista argentino Marcelo López, quien fue la cabeza detrás de campañas como el Heriberto de las estufas Sunnymet o el «nombre y apellido» del Banco de A. Edwards. López ya había trabajado para la dictadura antes siendo parte de «Somos millones», la campaña con la cual Pinochet buscaba mostrar un país ganador, lleno de fierros y engranes.

En el primer día de franja, el 5 de septiembre de 1988, quedaron en evidencia las diferencias técnicas y argumentales entre el SÍ y el NO. «La frase ‘la alegría ya viene’ era tan pegajosa que hasta los partidarios del SÍ la tarareaban inconscientemente», dijo tiempo después Sergio Fernández. Así de impactante fue la franja del NO.

Mientras el NO vendía la alegría y un futuro con esperanza, el SÍ apelaba a las circunstancias previas al golpe de Estado de 1973.

La derrota audiovisual

Al interior de régimen estaban más que preocupados por el poderoso efecto de la campaña de la oposición. Por ello, se decidió reestructurar la franja. Para ello, convocaron a un comité asesor conformado por figuras como Manfredo Mayol, Carlos Alberto «Choclo» Délano, Joaquín Lavín y Jovino Novoa.

La decisión: había que pasar a la ofensiva, sin importar que terminase siendo una campaña del terror. Por otro lado, el creativo argentino Marcelo López alguna vez contó que comenzaron a llegar al comando videos provenientes de militares sin uniforme: así aparecieron, por ejemplo, parodias de la franja del NO.

CEP-Adimark reveló, una semana después de consuamdo el plebiscito, que en junio de 1988 ambas posturas estaban en un empate técnico: 39% para la oposición, 39% para la dictadura. Sin embargo, el mismo sondeo señaló que tres meses de campaña fueron vitales para dar vuelta la elección.

La franja, finalmente, terminaría siendo un factor clave en la derrota de Augusto Pinochet y en el triunfo de la democracia.

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