Por Alicia Ruz

El Juzgado de Letras del Trabajo de Antofagasta condenó a la Universidad Católica del Norte (UCN), ubicada en Antofagasta, por vulneración de derechos y despido injustificado de Adriana Aránguiz, quien desde 2013 se desempeñó como profesora del Departamento de Química hasta que denunció a su jefe por acoso laboral y participó del movimiento feminista de la casa de estudios en 2018.

El tribunal condenó a la UCN a realizar capacitaciones sobre buenas prácticas laborales y derechos fundamentales a los trabajadores del área donde se desempeñó la demandante dentro de los 90 días siguientes a que esta sentencia quede firme y ejecutoriada.

Asimismo, la casa de estudios deberá indemnizar a Aránguiz por daño moral ($10 millones) con un recargo moral de un 30% ($6.795.812) por la gravedad de los hechos y la devolución del seguro de cesantía ($4.753.316).

Existió ánimo de desvinculación de la demandada en razón de su participación política, ya que los principales hechos y consecuencias negativas que sufre, provienen precisamente desde que comienza a participar activamente de los movimientos señalados, siendo una discriminación de carácter grave, ya que finalmente esta discriminación termina manifestándose con el despido de la demandante”, señala el fallo.

De una denuncia de acoso al mayo feminista

Adriana Aránguiz

Adriana Aránguiz.

2018 fue un año clave para Adriana. En conversación con CNN Chile, asegura que en su unidad de trabajo, el Departamento de Química, “hubo un hostigamiento creciente” en su contra durante casi cinco años. “Hice una denuncia por acoso laboral y me sacaron de esa unidad y me llevaron a un centro de investigación en donde quedé aislada, nunca me reintegraron a una unidad académica. Me fueron privando paulatinamente de mis funciones”.

“Fue súper triste”, recuerda. “Todos sabían lo mal que lo pasaba, estaba sola, abandonada. Muchas de mis funciones académicas, para las cuales se me contrató, no las podía ejercer porque me sacaron de la unidad académica para llevarme a un centro de investigación”.

Desde su punto de vista, todo comenzó por “luchas de ego que son complejas de llevar” debido a que las y los estudiantes comenzaron a interesarse por sus cursos y su línea investigativa. “En esos tiempos dirigí siete tesis en un año y eso no generó buena recepción en los colegas de química”.

De forma simultánea a su denuncia, comenzaron las movilizaciones feministas en Chile y la UCN: “Como funcionarias y académicas nos empezamos a organizar y emergió una asamblea de mujeres paralela a la de las estudiantes y levantamos cartas abiertas. En lo personal, me vinculé con las estudiantes en el sentido de tratar de agilizar los procesos (de denuncias) que estaban viviendo. Me incorporé a pedir respuestas por parte del rector y de la dirección que llevaba las denuncias“.

Adriana acusa que tras el movimiento feminista, el hostigamiento en su contra se intensificó con el estallido social en 2019 y, posteriormente, en 2020. “En tiempos de pandemia volvieron a incrementarse las demandas feministas, porque estaban pasando muchos años y no pasaba nada con las denuncias. Participé de nuevas asambleas con estudiantes de pregrado y posgrado, en las cuales se demandaba a las autoridades por la mala gestión en las denuncias por acoso sexual y después, de un día para otro, me echaron”.

El 14 de septiembre de 2020 la notificaron del despido. El proceso legal contra la universidad comenzó en diciembre de ese mismo año.

“Despiden a las mujeres que son visibles”

Adriana plantea que, como lo confirmó el fallo, “era evidente que me estaban echando por cualquier causa menos las que ellos invocaron (necesidades de la empresa). En su respuesta a la demanda que puse hablaban que las universidades del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch) estaba mal con la pandemia, aludían a necesidades económicas“.

Pero justo en ese momento, Adriana se había adjudicado un Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt). “Dentro de la universidad, yo era super buena investigadora, recién me había ganado un Fondecyt cuando me echaron, no se justificaba por ningún lado. Si era por un tema económico, estos proyectos dan plata. O sea, la UCN perdía plata echándome y cuando me despidieron aparecieron convocatorias para contratar académicos en una calidad muy similar a la mía, entonces, plata había”.

En 2018 y 2019 también desvincularon a mujeres funcionarias. “Antes de mí despidieron a Eva (2018) porque tuvo antecedentes en sus manos del contrato de un académico que tenía previamente sumarios por acoso sexual. En 2019 a Virginia, una funcionaria de la universidad que participaba de la asamblea autoconvocada de mujeres. Siempre despiden mujeres que son visibles”, asevera. Finalmente, en 2020 fue su turno de decir adiós a la UCN en un proceso que define como “doloroso, pero reparador“.

“Fue reparador tener un juicio. No quería plata, necesitaba que la sentencia que dijera que no estoy loca, que esto fue así“.

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CNN Chile se contactó varias veces con la Universidad Católica del Norte para obtener comentarios respecto a la sentencia. Hasta el cierre de la nota, no emitieron una declaración oficial.

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