Por Constanza Cabrera

El 28 de febrero de 1984, una mujer de 20 años dio a luz en el entonces Hospital Base, en Puerto Montt. Pero, a diferencia de otros nacimientos, el bebé no pudo descansar en el pecho de su madre y quizás, tampoco verla.

Sin explicación aparente y con semanas de vida, la pequeña recorrió más de 12 mil kilómetros en avión para llegar a Bélgica, un país de ondulantes colinas en el centro de Europa. A 39 años del parto, Maïté V. está en la búsqueda de sus raíces.

—Me gustaría poder encontrar a mi madre biológica— dice en conversación con CNN Chile a través de una videollamada.

Cuna de la multiculturalidad, creció en medio de una familia belga junto a su hermana menor Morgane, hija biológica de su madre adoptiva y su compañera de ruta en esta travesía, quien traduce e interpreta sus palabras del francés al español. Dice que su caso no es el único, que siempre estuvo consciente de su adopción y que hay muchos como ella que, después de tanto tiempo, quieren respuestas.

—Tampoco se podía esconder mucho, ¿sabes? Físicamente, siempre me sentí diferente.

Francisco Conde Sánchez / Wikipedia Commons.

Bruselas. Francisco Conde Sánchez / Wikipedia Commons.

Se estima que más de 20 mil bebés y niños fueron adoptados, durante la dictadura cívico-militar (1973-1990) de Augusto Pinochet, por familias extranjeras. Al menos ocho mil de estos procesos podrían haber sido irregulares.

Aunque Maya, como le dicen sus cercanos, no tiene certeza de si su proceso de adopción fue anómalo, para ella la rapidez del traslado de su país natal a Europa y la poca información de su alumbramiento, la hicieron comenzar esta búsqueda hace dos años.

En 2018, dio a luz a Nora, la menor de sus tres hijos. Hasta hoy, siente todas las lágrimas que lloró de su cuerpo pensando en su madre. A diario ve a su niña y se siente en los zapatos de su progenitora. Ella asegura que “cuando la tenía en sus brazos, se movieron muchas cosas en mi corazón”.

Impulsada por saber más de su historia, publicó anuncios en Facebook con la esperanza de encontrar alguna información. Conversó con algunas personas por la red social hasta que dio con Yessica Navarro, funcionaria del municipio, a quien ambas hermanas consideran como un “cable a tierra” y su conexión directa con Chile.

—Comencé a ayudarle porque es de la zona (…). Creo que ella fue víctima de malas prácticas. Espero de corazón que ella pueda viajar a Chile a su anhelado reencuentro y que estas gestiones visibilicen su historia.

Maïté cuando era una bebé. El nombre de la matrona que figura en el documento es Marta Romero.

Una adopción, una botella de vino y una historia incompleta

Se supone que luego del nacimiento de Maïté, pasó bajo el cuidado de una familia de acogida porque su madre, de nombre Marcia Roxana Ojeda Barría (sin cédula de identidad) según los registros, autorizó la adopción de su hija y fue entregada en el Consultorio Antonio Varas.

El padre Juan Agustín Bravo Lira (1944-2020), quien perteneció a la Compañía de Jesús, figura en el Informe Social de Maïté como uno de los intervinientes que ayudó a los padres adoptivos a realizar trámites en el juzgado. En el documento señala que un cura belga (de nombre desconocido) funcionó como enlace.

Por otro lado, aparece María Soledad Bustos Ayala, quien aduce que conoció a la familia “hace una semana”, poniéndolos en contacto “con el pediatra para que viera a la guagüita”.

La familia recibió una botella de vino que los padres adoptivos abrieron cuando Maïté cumplió 15 años. A esa edad, su padre adoptivo le regaló un viaje para que pudiera conocer sus raíces. Recorrió Santiago, Los Ángeles, Puerto Montt y Chiloé.

—No conozco muchas cosas. Me acuerdo de que era gente muy acogedora, con gran corazón.

“Para abrir en 1999 el 28/2/99”, se lee en la botella de vino firmada por Bustos y Bravo.

Yessica ayudó a dar con algunos de los documentos de la adopción desde nuestro país. La mujer con su núcleo familiar también ejerce la función de familia de acogida temporal. “Poniéndome en la situación, me gustaría que mis hijos puedan acceder a su historia y su identidad si así lo deciden”, plantea.

“Yo sé que hay gente que encontró su familia así, pero esta cosa tiene que extenderse más”, complementa Morgane. Los padres adoptivos no fueron obligados a entregar ninguna suma de dinero cuantiosa, salvo que tuvieron pagar la documentación legal pertinente de la bebé para poder salir de Chile.

Aunque Maïté se realizó una prueba de ADN con la entidad My Heritage, no ha tenido novedades. A pesar de lo anterior, esto no la detiene.

—Es importante, para cada ser humano, tener el derecho de saber en qué circunstancias pasó su nacimiento, esta es tu historia y es en tu historia en que se basa tu vida futura (…). Yo tengo el derecho de saber si mi madre me quiso y me amó. Aunque no tendré ningún juicio hacia ella, es mi derecho de saber y por qué.

Maïté en la actualidad.


*Maïté y Morgane pusieron a disposición el correo electrónico maitevh1@yahoo.fr para quien tenga más información de su caso. 

Tags:

Deja tu comentario