PABLO OVALLE ISASMENDI/ AGENCIA UNO

Este jueves se viralizó en redes sociales un video que muestra a un hombre despidiéndose de su hogar en medio del incendio que afectó el Cerro Cordillera, en Valparaíso,

Adiós, casita. Chao. Todo lo construido y lo vivido, me voy, tengo que arrancar. Ya no da para más”, señaló el vecino mientras grababa cómo las llamas se acercaban peligrosamente a la casa.

¿Cómo terminó la historia?

En conversación con Las Últimas Noticias, el vecino, llamado Claudio Guzmán, relató que se encontraba trabajando cuando su hija lo llamó para avisarle del incendio cerca de su hogar en la calle Chamorro, en lo alto del cerro Cordillera.

Me di cuenta de que el fuego estaba súper cerca. Había mucho viento y el fuego avanzaba por la quebrada hacia arriba. Me puse nervioso, uno pierde el control en estas situaciones. Traté de conectar la manguera, pero con los nervios no la podía enchufar (…) no iba a poder mojar la casa”, contó.

Pasadas las 22:00 horas, los bomberos le dijeron que debía abandonar el lugar, por lo que rescató el notebook de su hija y una foto de él junto a su difunta esposa. “Me di cuenta que mi auto estaba estacionado y no andaba con las llaves (…). En un descuido de los bomberos, le pasé el notebook y la foto al chofer de una ambulancia que allí estaba, y volví a casa“, dijo.

“Toda esa noche me llamaron muchas personas. En una de esas llamadas, estando en la terraza, con las llamas encima, hice una videollamada y compartí un video que después se viralizó. Estaba con muchas emociones encima (…) y sentí que era el momento de despedirme de la casa, porque estaba seguro de que la perdería“, agregó.

Sin embargo, relató que nunca se fue de la vivienda y que lo que hizo fue saltar de su casa a la de su madre —que colinda a la suya— o a la de su hija. Decidió quedarse debido a un fallecido vecino que en el pasado salvó de un incendio el hogar donde vivía: “sentía que debía quedarme hasta el final, como lo hizo él. Se lo debía. Fue lo que hice”.

“Cuando llegué a mi casa, había un viento espantoso, pero después las cosas se tranquilizaron. Bajó la temperatura, hasta que de pronto me di cuenta de que ya no había más matorrales que se podían quemar (…) Como a las tres de la madrugada me convencí de que mi casa se había salvado. Cansado como estaba, me derrumbé en la cama y me quedé dormido”, concluyó.

 

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