Por Carolina Véliz
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Hace 47 años, Chile vivió un momento que marcó su historia para siempre y que es para muchos, uno de los más dolorosos. El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas tomaron el control del país dando a inicio a 17 años de una dictadura cívico militar, con Augusto Pinochet a la cabeza.

La etapa, que estuvo marcada por actos de represión y violencia, dejó miles de víctimas, muchas de ellas aún sin un destino conocido. Por esto, conmemorar esta fecha se ha vuelto importante no sólo para los familiares de los detenidos desaparecidos, también convoca manifestaciones, expresiones artísticas y también encendidos debates.

Para el académico de la Universidad de Talca y analista político Mauricio Morales, la conmemoración este año “sin duda, va a ser distinta”. La pandemia del COVID-19 marca el escenario pero no lo es todo, “sin coronavirus, y en una etapa de post estallido, lo más probable es que hubiese sido un 11 de septiembre más violento en comparación a años anteriores”, especula.

Según el historiador y académico investigador de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello, Aldo Cassali, el contexto también está marcado por una polarización social importante. “En los años ’90, cuando se recuperó la democracia, se había construido un consenso de que en Chile no se podían volver a generar quiebres producto de la confrontación entre los chilenos. Y a casi 50 años de esa fecha, hemos ido perdiendo ese consenso. Tengo la impresión de que por una cuestión de cambio cultural, la nitidez de ese aprendizaje, se ha ido perdiendo”.

Sin embargo, el proceso que antecedió al plebiscito por una nueva Constitución no puede ser obviado dentro del contexto particular de este año. “El 11 de septiembre es una fecha que logra canalizar el malestar”, dice la directora del departamento de Sociología de la Universidad Alberto Hurtado, María Paz Trebilcock.

El malestar con la dictadura que tuvimos, con un modelo que todavía sigue operando en nuestro país. O sea, seguimos operando bajo una lógica de capitalista, de mercado. No creo que tengamos un 11 muy diferente, pero sí es importante lo que viene. Y en ese sentido, votar una Constitución es la posibilidad de tener una nueva construcción, nueva reglas y una posibilidad real de desligarnos de los últimos bastiones de la dictadura”.

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Originalmente pactado para el 26 de abril pasado, el plebiscito por una nueva Constitución se re-agendó para el próximo 25 de octubre. En él se convoca al voto de la ciudadanía para saber si está de acuerdo o no con modificar la constitución promulgada en 1980, durante la dictadura de Pinochet. Para estos expertos, el hito complementa la historia que el país está formando, especialmente, cuando se recuerda la dictadura.

Así, la imagen política y social del momento es clave. “Un indicador claro de eso es que los dos candidatos presidenciales más fuertes que hoy conocemos, provienen de los extremos del sistema de partidos. Es decir, de la UDI y del Partido Comunista. Muy probable que desde el PC y desde la izquierda en general, se realice una conmemoración mucho más personalizada, lo que signifique poner a sus figuras presidenciales como actores centrales del proceso”, asegura Mauricio Morales.

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Para la socióloga María Paz Trebilcock, incluso este entendimiento de la política y la sociedad podría sufrir cambios. “Claramente hoy estamos cuestionando la forma en que se desarrolla el estado democrático. La democracia entendida como una acumulación del voto de la mayoría es algo que se pone en tela de juicio. Entonces, se buscan mecanismos mucho más reales de participación porque hay una desconfianza en las autoridades. Eso lo ha dejado visible la pandemia y el rol del Gobierno” indica.

Agrega, además, que “así el plebiscito es una manifestación de la oportunidad de poder todos participar no solamente desde el punto de vista de la voz de la mayoría. Si no también tomando en cuenta en esta nueva Constitución, las voces de las disidencias, de las minorías, de las mujeres, los indígenas”.

Pero hay un factor que preocupa y en el que estos expertos coinciden: la pandemia ha generado el aumento del descontento en varios sectores de la población. Aldo Cassali señala que “es posible ver que el estallido social no logra diluirse. Se impone la pandemia, pero en ella sigue subsumida la irritación del estallido. La pandemia lo tiene oculto pero está vigente y tengo la impresión de que está esperando la oportunidad de resurgir una vez que el COVID-19 desaparezca”.

Es por eso, dicen, que el plebiscito tiene tanta relevancia de cara al futuro. “Si es que la historia va a comenzar de nuevo el día 25 de octubre es muy discutible. Es cierto que si es que gana el Apruebo, se abre un inédito proceso constitucional en Chile, en que la ciudadanía va a elegir. Yo diría que a partir del plebiscito sí va a haber una nueva historia, pero esa historia se va a escribir con mayor claridad desde el plebiscito de salida, no necesariamente desde el plebiscito de entrada”, anticipa Mauricio Morales.

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