Por Mauricio Castillo
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La “Industria 4.0” es un término que ha ganado popularidad en la última década, pero ¿qué implica realmente? En simple, se refiere a una cuarta revolución industrial, caracterizada por la integración en los procesos de producción y gestión de tecnologías digitales como la inteligencia artificial, el Internet de las cosas (IoT), robots autónomos, realidad virtual y aumentada. Este cambio tecnológico está transformando por completo la forma en que trabajamos, producimos y vivimos.

En América Latina y el Caribe, las pequeñas y medianas empresas (Pymes) representan casi el 90% de las unidades productivas y generan el 60% del empleo formal (OCDE/CAF, 2019), exhibiendo niveles de rendimiento más bajos que los de las grandes compañías. A esto se suma que los factores fundamentales de competitividad y crecimiento han ido en declive en la región. Ante este panorama, la adopción de tecnologías digitales, que están ganando relevancia a nivel mundial, puede ofrecer una oportunidad para mejorar su sostenibilidad y existencia en los diferentes países del área.

La “Industria 4.0” permite a las Pymes competir en un mercado cada vez más globalizado, donde la automatización y optimización de procesos les ayuda a ser más eficientes y competitivas tanto a nivel nacional como internacional. Además, pueden diversificar sus ofertas, adaptarse rápidamente a las demandas del mercado y llegar a nuevos clientes. Asimismo, recopilar y analizar datos en tiempo real, contando con información valiosa para la toma de decisiones estratégicas. También esta revolución fomenta la innovación, permitiendo que las Pymes puedan desarrollar nuevos productos y servicios basados en tecnologías avanzadas, lo que le brinda una ventaja competitiva sostenible a largo plazo.

Chile, al igual que muchos otros países de la región, enfrenta una serie de desafíos específicos que deben superarse para permitir que las Pymes se suban exitosamente a este fenómeno. Uno de ellos es asegurar que todo el territorio nacional tenga acceso a conexiones de alta velocidad y redes estables. Esto requiere inversiones en infraestructura de telecomunicaciones y, en muchos casos, la colaboración del sector privado.

Esta transformación digital impactará las industrias manufactureras de manera significativa en las cadenas de suministros, los modelos de negocio y los procesos comerciales. Paralelamente, puede entregarnos soluciones para los grandes retos relacionados con la eficiencia energética y el cambio demográfico, fomentando una productividad y eficiencia sostenibles.

Las PYMES en nuestro país se enfrentan a esta realidad sin muchos recursos, capacidades ni conocimientos. Por ello se hace urgente aunar esfuerzos para alcanzar un acuerdo público privado que comprometa al gobierno, la academia, la sociedad civil y, por supuesto, al mundo empresarial.

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