Por Javiera Bellolio
Agencia UNO

Entre las diversas enmiendas presentadas por los consejeros del Partido Republicano, RN y la UDI, ha generado cierto revuelo la propuesta de incorporar al anteproyecto la protección del derecho a la vida del que está por nacer. El debate se ha centrado principalmente en el alcance que podría tener dicha enmienda, considerando la ley vigente sobre el aborto en tres causales.

No cabe duda que el aborto es uno de los temas que divide a las sociedades contemporáneas. De hecho, el modo en que la fallida Convención intentó constitucionalizar el aborto libre marcó uno de los momentos de mayor caída en la opinión pública de dicho órgano.

A diferencia del texto rechazado el 4 de septiembre, el anteproyecto elaborado por la Comisión Experta no contempla el derecho al aborto. Lo que se discutirá al interior del Consejo Constitucional es si se integra (o no) la protección del que está por nacer al artículo que garantiza el derecho a la vida. Resulta pertinente preguntarse si la omisión de esta cláusula supone o no un retroceso en términos de la titularidad de derechos fundamentales. Si lo comparamos con la Constitución vigente, a primera vista sí lo supone, más allá de que según algunas voces dicha protección se incluye de manera implícita con la garantía del derecho a la vida que contempla el anteproyecto.

En cualquier caso, hay quienes ven con resquemor la incorporación de esta cláusula que explicita la protección del niño o niña que está por nacer. Tal resquemor se ha acrecentado con las declaraciones de los consejeros del Partido Republicano. Luis Silva inicialmente señaló que el aborto no sería parte de la discusión, pero luego planteó que eventualmente el Tribunal Constitucional tendría que zanjar la constitucionalidad de la ley de aborto en tres causales. Finalmente, tanto Silva como Beatriz Hevia aclararon la semana pasada que la enmienda que presentaron no busca prohibir la ley vigente, ya que consideran que ciertos debates deben quedar en manos del legislador.

A su vez, hay quienes consideran relevante la mención expresa de la protección del que está por nacer por encontrarse en una situación de especial vulnerabilidad. Después de todo, si consideramos que la vida humana es un bien humano básico del cual dependen todos los otros derechos, resulta razonable proteger al niño o niña que está por nacer, independientemente de la etapa de desarrollo en que se encuentre. El texto no tiene por qué ser maximalista en su modo de enfrentar el aborto, pero para muchos sería impensable apoyar un texto que ofrezca menos protección explícita que la Constitución actual. Ese es el punto de fondo al que parecen apuntar las enmiendas presentadas en este ámbito.

Por lo demás, las discusiones en torno al aborto solían reconocer pocos años atrás que esta práctica es una situación indeseable. En ese sentido, y frente a la realidad innegable de embarazos vulnerables, debido a circunstancias físicas (enfermedad materna), psicológicas (depresión, coerción de la familia o la pareja), o sociales (falta de apoyo), la propuesta de incluir la protección de la maternidad, como sugieren las enmiendas, podría ser una señal valiosa con vistas a brindarles un apoyo especial a las embarazadas que afrontan estas dificultades. Teniendo en cuenta estas circunstancias, parece pertinente extender el amparo hacia situaciones no consideradas actualmente en la Constitución, para que las mujeres puedan contar con asistencia y protección durante el embarazo y en la etapa de crianza temprana de los hijos.

Tanto la inclusión de esas lógicas como la protección del niño o niña que está por nacer pueden tener implicancias en cuestiones tales como los medios que proporcionará el Estado para cuidar del embarazo, corregir patologías en el desarrollo del embrión y protegerlo en materia de filiación, entre otros. La incorporación de estos elementos no excluye ni zanja todos los detalles del debate sobre el aborto. En suma, una cláusula similar a la contenida actualmente en la Constitución (“la ley protege la vida del que está por nacer”) permite que un amplio espectro pueda valorar la norma, tanto quienes buscan resguardar la protección del derecho a la vida del que está por nacer como la necesidad de que este debate continúe radicado al interior del Congreso Nacional. Si además se incorpora la protección a la maternidad en el texto de la propuesta constitucional, podría ser un paso importante hacia una Constitución que valora y protege la vida en todas sus etapas, particularmente en su etapa inicial.

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